Carta a un Chofer de microbús que diario dan
un mal servicio
(con algunas excepciones)
Me gustaría empezar preguntándole:
¿Por
qué eligió un empleo de servidor publico si probablemente no es paciente ni con
usted mismo?
Bueno, como todos los días,
hay que cumplir con lo que en ocasiones se puede volver monótono y eso es la
rutina del día a día. A qué me refiero: levantarse, vestirte, tender tu cama
(no me incluyo), desayunar, saludar a tus padres o familia con que convives. En
fin, darle una buena cara al día que ha iniciado y prepararte para salir a la
escuela o al trabajo y pensar ¿porqué no? hoy será un buen día y que te la
pasarás bien (aunque en ocasiones desde que nos levantamos pinta mal el día,
pero son menos).
Hasta este momento todo
fluye como debiera en paz, sereno, relajado, etc.; desafortunadamente por la
mala economía y por los gobernantes incompetentes e inhumanos que hemos tenido
en toda nuestra historia reciente hablando esto después de nuestra
independencia de la invasión española, la mayoría de los mexicanos
desafortunadamente tenemos un sustento económico excesivamente inestable, no
contamos con los recursos necesarios como para hacernos propietarios de un
vehículo particular con el cual podamos trasladarnos de un lugar a otro sin tener
que hacer uso obligatorio del tan malhecho servicio público, gracias a que es más
económico y accesible a la mayoría de la gente y no implica un gran impacto a
nuestras bolsas.
Hasta aquí la solución
parecería haber sido sacada de un cuento de hadas o haber sido inventada por
algún sabio de nuestros tiempos; desafortunadamente toda acción tiene una
reacción así como todo efecto tiene una causa, y en México esto pareciera
inevitable, esto se ve reflejado en el pésimo servicio que las empresas les
entregan a sus clientes que creo no se dan cuenta que si no fuera por nosotros
desaparecerían pero desafortunadamente también nosotros no nos moveriamos sin
ellos, en fin.
Después de tirarle un poco
de carrilla también a nuestros políticos que bien merecida se la tienen,
pasemos a nuestro punto: el chofer del autobús, microbús, pecera, combi, etc.,
etc., etc., que en su mayoría parecieran haber sido sacados del reclusorio de
la vuelta de la esquina, algunos más de un museo de historia, otros, del manicomio.
¡Vaya una minuciosa y detallada selección de personas! y muchas de ellas
también respetables personas sin duda alguna pero de ellos no hablaremos ya que
son uno entre cien.
Te encaminas a la parada
respectiva y en el trayecto casi siempre sueles ver que se pasan dos o tres
unidades de la ruta a tomar y cuando llegas a la parada, ni un perro cruza la
calle. ¡Ah, pero eso sí!, cuando a lo lejos ves que vienen 4 o 5 microbuses
checas tu reloj y dices estoy a tiempo pero por irse correteando entre ellos se
te pasan sin siquiera voltear a verte y así sin más te quedas otra vez un buen
rato esperando a que llegue la próxima y rezar por que venga sola para que no
te vuelva a pasar la misma historia, hasta aquí todavía lo tomas con filosofía,
pero ya empieza a causar efecto el chofer en tu día y algo peor en tu vida.
Una vez que llega le haces
la parada en el lugar indicado por las señales de transito, y se paran a donde
su regalada gana se les da casi siempre a diez metros de ti y tienes que
caminar hasta donde el señor quiera y mande. Apenas colocas un pie en el
escalón de subida y lo primero que percibes es un entorno de: ¡PELIGRO!,
¡PRECAUCION!, BAJO SU PROPIA RESPONSABILIDAD, y un aroma a chica fresita que
hasta la inquisición la pudo haber aplicado en torturas en sus tiempos,(es otro
aspecto que te baja dos rayitas de buena vibra); lo consiguiente por naturaleza
humana es subir el otro pie, pero cuando éste apenas se empieza a despegar del
suelo, escuchas una voz chillona que te dice: ¡Súbase rápido que me quita el
tiempo o hágase a un lado y deje subir a la demás gente! Y hasta eso lo
describí hasta cierto punto coherente y en tono respetable.
Abordas la unidad y el
siguiente pero es: ¡Ay, joven!, ¿qué no pudo haber traído cambio? Claro señor Chofer,
si quiere también un cafecito. Dicen esto cuando les pagas con una moneda de 10
pesos o por mucho con un billete de 20 pesos y se tienen que cobrar 6 pesos y
llevan como 500 pesos en cambio en sus monederos que todo mundo ve; estamos
hablando que te tienen que dar 4 o 14 pesos de cambio. Por favor, si no te pagué
con un billete de 1000 pesos. Aquí ya haces el primer coraje y enojado te pasas
a buscar asiento (si es que por un milagro encuentras uno vacío) si no pues
parado no queda de otra.
Lo siguiente: Pásele para
atrás, cuando toda la gente ya está recorrida hasta atrás y ellos mismos ven
imposible que entre otra persona, pero la quieren hacer de magos y subir 100
personas en un microbús que tiene capacidad para 30 personas. ¡Por favor!, ¡aaaah,
pero si no les haces caso se ofenden y levantan el tono de voz como para
intimidar! y siempre se van sobre el débil, la niña nice, la abuela que va parada porque ningún “caballero” le cede su
lugar, o el niño nerd que quiere a su
mamá al lado, y logra su cometido y sube a todas las personas, aunque 5 o 6
seis prácticamente vayan volando fuera de las puertas y los de arriba se vayan
cargando uno al otro. Aquí ya el buen humor ya decayó ya te encuentras en un
estado intermedio: ni enojado pero tampoco feliz como amaneciste.
Inevitablemente creo que
esto es requisito poner el volumen de sus “rolas” a todo lo que dan sus pobres
bocinas que son más pequeñas que una pelota de beisbol pero las quieren hacer
sonar como si llevaran la campana de la catedral en su unidad, esto lleva a la
consecuencia de que no escuchan el timbre de parada y no te bajan hasta que lo
tocas 10 veces seguidas y esto como les irrita, se voltean y te gritan que ya
te habían oído o sea: el impertinente eres tú, más no él, y has de hacerla de
malabarista y bríncale mi chavo porque no me pienso parar porque enfrente llevo
a la competencia y me va a quitar el pasaje, (poniendo en riesgo tu integridad física)…
y síganse recorriendo para atrás porque ya bajó un chavo y todavía puedo subir
tres más en su lugar, increíble ¿no?.
Y esto se repite si
desafortunadamente tienes que transbordar dos, tres o cuatro unidades más para
llegar a tu destino.
Pero de regreso a tu casa
es todo lo contrario: avanzan lentísimos, se ponen a platicar con el que en la
mañana se iba correteando, se detienen en las paradas las horas que quieran aún
cuando ninguna persona les haya echo la parada y peor aún ninguna persona suba
pero ahí están esperando al pobre que tal vez viene en camino a la parada y que
tal vez lleve prisa de llegar a algún lado, ja.
Espero que algún día en
nuestro México Lindo y Querido podamos decir:
Muy amable señor Chofer fue un placer, que
tenga buen día y felicidades por su servicio de categoría.
Erase un vez…………………………… jajajajajajajajaja.
FIN.
Edgar Loranca Xique
Biblioteca Sor Juana Ines De La Cruz
Acajete, Puebla