Estoy en el jardín de mi casa, hay plantas verdes y un árbol de durazno
que comienza a retoñar después de haber sido podado, unas cuantas rosas rojas
ya un poco marchitas, una enredadera que se extiende por toda la pared,
pequeñas plantas a los costados, todas separadas del centro por una pequeña
guarnición; el pasto cubre la mayor parte del jardín y a pesar del invierno, es
verde, está crecido, hace semanas que no es podado.
A un costado del jardín hay un patio desgastado por
los años, separado del pasto por la misma guarnición; es más grande que el
jardín, un por portón café con un rombo dorado en medio lo separa de la calle y
justo al lado, se ve una puerta café con las misma figuras de adorno. Más al fondo
del patio se hallan un tanque, una
cisterna con una bomba de agua y cuatro maceteros; uno de ellos no tiene más
que tierra, pero los otros tienen hermosas plantas creciendo en ellas. En la
esquina del patio está un local, dentro hay estantes con libros y libretas que
ya no se usan, bolsas y cajas llenas de diferentes objetos, una vitrina con
regalos que no se vendieron cuando estaba en uso el local; dos bultos de
croquetas para perros están a un costado de la vitrina, un refrigerador al lado
del cancel casi vacío, pues sólo tiene una cerveza de hace años y una olla sin
nada adentro. Saliendo del local, a mano izquierda, hay un cuarto de lavado muy
pequeño, tiene nada más una lavadora; afuera de vuelta en el patio, se encuentran
dos tendederos con playeras colgadas y dos pantalones mojados.
Un poco más atrás se encuentra un jardín más grande
que el patio, el local y el jardín delantero juntos; es muy extenso, pero a
diferencia del otro, éste tiene el pasto seco. En una esquina tiene unas
cuantas plantas no muy grandes, una rosa con flores color rojo; todas ellas
están alrededor de un pino que ha crecido a gran altura en dos años. En un
costado hay un pequeño ficus que se ve casi insignificante comparado con el
inmenso árbol que está junto; enfrente está un techo y dos paredes de lámina
protegen una parrilla sucia por el polvo, cajas de cartón, algunas mojadas, un
estante oxidado con carbón y madera, una casa para perros, un brasero con
cenizas, y cosas viejas de metal oxidado; detrás hay montones de graba, tierra
y madera cubierta por una lona; casi en la esquina se encuentra una composta
con cáscaras de huevo, frutos podridos, comida que sobró y se echó a perder,
ramas de árboles y hojas secas; todo hace una pequeña montaña que a pesar de
tener cosas putrefactas, no huele a nada.
En la esquina del fondo el pasto verde ha crecido
muy alto, en él hay insectos volando, caracoles y unos pocos chapulines que
siguen vivos a pesar del frio invierno; entre ambas esquinas crecen pequeños
árboles frutales, dos de peras que tienen años y a pesar de eso son del tamaño
de arbustos grandes; tres de aguacate, dos de los cuales te llegan a la
cintura, pero el otro es casi tan grande como los perales; un ciruelo que es sólo
un palo delgado con unas pocas hojas; dos limones, uno muy pequeño y otro más
grande con flores que, quizá, darán fruto en el futuro; dos duraznos, uno un
poco seco y otro con más flores que hojas, pero sin el suficiente tamaño como
para soportar el peso de tantos duraznos, en el caso de que todas las flores se
convirtieran en fruto; todos estos árboles frutales y una sábila descuidada, es
lo que se ve ahí.
En medio del jardín hay una portería de futbol, la
pintura blanca se le comienza a caer, al mismo tiempo que se oxida; en ambas
esquinas tiene telarañas, de un costado, una con una pequeña araña y la otra
más grande, pero vacía; una barda de ladrillos no muy alta, rodea todo el
jardín y detrás de la barda, se levanta una casa de dos pisos que comienzan a
construir.
Mirando desde el patio hacia el jardín trasero,
pueden verse dos majestuosas montañas, una de ellas es la segunda cumbre más alta
de México, el volcán llamado Popocatépetl; con un poco de nieve alrededor, desde
su cráter sale una fumarola que vuela hacia el este; a su derecha, se encuentra
otra montaña muy alta, el Iztaccíhuatl, con su forma peculiar de mujer dormida,
tiene un poco de nieve en la cima y alguna nubes la cubren.
Arriba, hay densas nubes que cubren el cielo y un avión volando hacia el
Iztaccíhuatl, quizá se dirige ha la ciudad de México, de repente se pierde de
vista por la brillante luz del sol que alumbra a la ciudad. Todas estas cosas
están presentes a mi vista y muy pocas veces les presto atención, pero ahora me
doy cuenta de todo lo que me rodea.
Nombre: Cristian Gustavo García Osorio
Escuela: “Preparatoria 2 de Octubre de 1968”, BUAP
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