viernes, 23 de noviembre de 2012

A PARTIR DE ESA FECHA DOS ALMAS SE UNÍAN



Era la mañana del veintitrés  de Noviembre del dos mil tres, un día  muy especial en la vida de Gabriela y Tomás.
En plena aurora abordaron el tren de lujo que los llevaría al norte del país para consumar el inmenso amor que hacía ya tres años se profesaban y que el día anterior habían confirmado en una gran boda donde familiares , amigos e invitados especiales se dieron cita.
La felicidad de ambos, y el agotamiento físico formaban parte de esos sentimientos encontrados que suelen dar fuerza para seguir de pie en un acontecimiento trascendental y significativo en la vida de la pareja.
Atrás, quedaba una gran celebración enmarcada por una boda religiosa en la iglesia de la ciudad, así como un festejo donde música, comida y alegría formaron parte del ambiente.
Pero sobre todo quedaba toda una historia en la búsqueda constante del amor superando los obstáculos emanados de las diferencias humanas. A partir de esa fecha dos almas se unían para no separase nunca más.
A medida que el tren avanzaba, la estación fue quedando atrás. Las luces de la ciudad se tornaron cada vez más lejanas. El sonido ambiental armonizaba con el leve movimiento del vagón, el paisaje semiobscuro fue dibujándose con bellas imágenes.
Gabriela y Tomás se besaron apasionadamente una y otra vez, las palabras de amor sobraban ante la cantidad de caricias corporales. Sin embargo, aquella madrugada tranquila quedaría en la memoria de pasajeros, amigos y familiares como un recuerdo imborrable.
Eran las 5:45 de la mañana, cuando sorpresivamente se escuchó un ruido ensordecedor en la parte inferior de los vagones.
Inmediatamente los pasajeros salieron a los pasillos del tren, se generó el total desconcierto, a la vez que percibían un incremento en la velocidad del tren.
Por un momento el miedo y nerviosismo invadió a todas las personas, sin embargo unos minutos después, se escuchó al conductor hablar por el altavoz solicitando  serenidad a todos y explicando que había un problema técnico que tendría solución en poco tiempo, que tomaran sus asientos y mantuvieran la calma.
Qué lejos estaban los pasajeros de saber que el sistema neumático de frenos se había roto, que los frenos de emergencia no funcionaban, que el tren se deslizaba sobre una pendiente muy pronunciada y por si fuera poco, unos kilómetros adelante había una curva peligrosa.
Bastaron quince minutos para que la confusión total, el llanto y el miedo se apoderaran  de todos.
Gabriela y Tomás se abrazaron fuertemente consientes de que se encontraban en una sería situación de emergencia, con una mirada se dijeron las muchas cosas que con palabras no expresaron y recorrieron  en segundos toda aquella historia de amor que un día antes lo unió.
El tren no soportó más y finalmente cedió ante la ¡inminente tragedia!
Inmediatamente se escuchó un fuerte crujido metálico que se propagó varios kilómetros  a la redonda.
Solo pasaron unos segundos.
A la orilla de un barranco, el tren yace descarrilado a un lado de los rieles. Acostado sobre la hierba en medio de un silencio absoluto del campo. Ningún pasajero ha reaccionado. Aún nada se mueve. Solo un conejo mordisquea los renuevos de alfalfa a unos centímetros del furgón de lujo.


J.Trinidad Pedro Bernabé Juárez Alcázar. (Pececito de Oro)
Biblioteca “Sor Juana Inés de la Cruz”
Acajete, Pue.

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