viernes, 7 de diciembre de 2012

un radiante amanecer


El hombre miró el sello postal en el sobre y suspiró. Dobló la carta con cuidado, y la metió en la enorme bolsa de su abrigo gris Oxford. Elevó la mirada al cielo, como esperando que la respuesta estuviera escrita en el cóncavo azul.

El sello postal que viene impreso en la carta le da idea de quién manda esa correspondencia, le hace pensar que es del lugar de origen de Victoria del Olmo Ferrán, una mujer de complexión mediana con una sonrisa que ama la vida, que ha llamado su atención desde que por azares del destino se encontraron en el lugar donde trabaja. Victoria tiene una mirada alegre pero triste con ojos verde claro, cabellera rubia y rizada, tez blanca, piernas largas y delgadas, labios carnosos, sensuales, invitantes; su rostro denota cansancio y preocupación por sacar adelante a su madre, Carola Ferrán, que quedó viuda un año antes. Gabriel del Olmo, su padre, murió en un accidente automovilístico, dejándolas en un callejón sin salida; sus dos hermanas menores, Sofía y Eva del Olmo Ferrán, después del terrible accidente tuvieron que dejar la escuela de paga, porque su padre no había tenido el cuidado de contratar un seguro y dejó todas sus propiedades pendiendo de un hilo. Victoria, como la hija mayor, tuvo que asumir la responsabilidad de su familia.

Así, sus sueños de progresar lo más pronto posible en sus estudios de Historia del arte, tienen que quedar suspendidos e inicia a buscar un trabajo que pueda darle la solidez monetaria que necesita para sobrevivir. Sus ilusiones de mujer, desde hace mucho tiempo, llenan su pensamiento, soñando despierta con el amor de un hombre galante, apuesto y romántico.

En el intervalo desde la muerte de su padre, encontró empleo como secretaria sin haber tomado ningún curso pero, como en todo lo que se proponía, se hizo experta en escribir a máquina, no sólo utilizando un dedo como casi siempre sucede, sino volando sobre el teclado con todos; si se pone atención, esto se escucha como una melodía al transcribir las palabras en las páginas de su ordenador.

Victoria sigue preguntándose por qué su vida transcurre con infinidad de inexplicables acontecimientos que la llevan por caminos diferentes; es como navegar sin rumbo entre varios faros, entre el cielo y el infierno. Al mismo tiempo, se pregunta qué será de su vida ahora que ha conocido a Gabriel Long; ése hombre le da un nuevo sentido, le da otro matiz a su existencia, una ilusión. Coincidentemente, su nombre es igual al de su padre.

Gabriel Long, es el hombre del abrigo gris Oxford, gerente de la empresa donde inició a trabajar. Al pasar de los años, ha ido escalando puestos por la responsabilidad con la que asume su trabajo;  con la mirada llena de preguntas sobre lo que dirá esa carta que acaba de recibir, su corazón late a mil por hora, todos los datos sobre la bella que ocupa gran parte de sus pensamientos. Desde el momento en que tropezó con ella en los pasillos de su oficina, en busca del responsable de la gerencia, automáticamente su mirada recorrió la silueta de Victoria del Olmo; sólo los movimientos de ella dan a su vida una nueva perspectiva, otro significado.  Se le corta la respiración y el aire entrando y saliendo con gran expectativa, la respuesta de su organismo aumenta la curiosidad. Hoy el correo llegó y el límite de su paciencia también; necesita expresar el amor que nace del fondo de su corazón y el sentimiento que le ha inspirado Victoria del Olmo; su risa contagiosa ha erradicado de su existencia esa soledad que cada día se estaba apoderando de su ser, soledad que compartió con Brusck, su mascota, un perro de fina raza; su guardián está esperando  su regreso del trabajo, ladrando en cuanto olfatea su presencia.

Sofía del Olmo Ferrán, una de las hermanas, estudiante de preparatoria, de figura atractiva y  tez apiñonada, cabellera de miel, ojos verde claro, pestañas rizadas y pobladas, está interesada en ingresar a la escuela de actuación.

Eva del Olmo Ferrán, está iniciando la secundaria, pero es igual de bella que las otras dos; con ojos negros, cabellera entre rubia y café castaño e igualmente rizada como u Victoria y el carácter parecido al de su hermana; es una gran defensora de las mascotas y quiere estudiar para médico veterinario.

Gabriel Long, desde aquella ocasión cuando se lo encontró en su despacho, le movió el piso; su agradable mirada la fascinó. Su trato era enigmático y desde ese día inició una serie de momentos inolvidables; el hombre era como siempre había soñado: atento, romántico, galante, atractivo.

 Viviendo en esa ciudad, las calles están llenas de autos a los lados de las puertas de las casas en donde se cree no hay nada que temer y que no pasará nada, cada día la gente se dedica a barrer las calles por las que transita para evitar la continua contaminación.      

Victoria había tratado de ocultar que su familia estaba endeudada hasta la camisa; a una semana de conocerla, Gabriel la manda llamar en primer lugar, para felicitarla por su trabajo y tener así la oportunidad de empezar a tratarla; luego le ha mandado un ramo de flores, con una tarjeta pidiéndole considere aceptar la invitación a salir y tomar un café.

Después de varios intentos para que Victoria aceptara salir con él, al fin lo ha conseguido y un radiante amanecer llena de luz su mirada ahora alegre; después de abrir la carta, se siente feliz porque esa mujer le ha devuelto la esperanza a su vida. Además ella es libre, así que Dios le da la oportunidad de poder decirle que es la persona que ha estado esperando y tratar de conquistar su corazón.

Nombre: C. Nora Ivón Ortega González.                       28/11/2012
Pez de oro
Biblioteca : Guadalupe  Martínez  Ortega
Ciudad: Tételes de Ávila Castillo, Puebla

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