Mi tranquilidad inquieta
nació desde la luz oscura en ti
desde la ofensiva armonía
de tu escalofriante caricia.
Te convertiste en niña mujer
de un amanecer oscuro
dormido despierto te soñé
y recibiste mi afectuoso desprecio.
Desde tu ausente presencia
toqué las suaves espinas de tu piel
miré en tu rostro una triste sonrisa
y la bella fealdad de tu alma.
Probé de tus labios el agua seca
y su dulce amargura
porque tu libertad apresaba
a mi odio amoroso
me mostraron tus ojos
la melancólica felicidad
de tu tierna maldad.
El grito silencioso de tu voz muda
mostró tu muerte viva.
Biblioteca: Sor Juana Inés de la Cruz.
Acajete, Puebla.
Elaboro: Edith Barranco Coria.
Me emociona tanto darme cuenta que tan importante es la piel para la mayoría de los poetas, a mi me inspira.
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