Lo que recuerdo de mi infancia, es que en cada Navidad y Año Nuevo, nos
reuníamos toda la familia en casa de mi
papá y nos divertíamos mucho quebrando piñatas; además de las piñatas hacían
otros juegos, como el juego del sartén, que consistía en tiznarlo y pegarle
monedadas y lo colgaban, y teníamos que pasar uno por uno a arrancarle la
moneda con los dientes, no teníamos que meter las manos para nada, y esto era
muy, pero muy divertido, por eso no lo olvido.
Recuerdo que mi mamá nos llevaba al rio para lavar la ropa,
el agua cristalina, limpísima; la gente
nadaba en el rio, esto era muy lindo, disfruté tanto el agua del rio.
Cuando tenía siete años,
mi mamá y yo fuimos al mercado y me encantaron unas faldas de color naranja y beige, tenían
bolsas en forma de corazón y le dije a mi mamá que me comprara al menos una. Ella
no quería pero me puse a llorar y finalmente me compró las dos. Estaba feliz
con mis faldas, sólo que me quedaban arriba de la rodilla y cuando me vio mi
papá, se molesto mucho y me dijo que no quería ver que me pusiera esa falda, y
no me las volví a poner; ¡qué tristeza para mí! Pero me alegraba mi perro que
se llamaba Puma, era de color blanco, muy cariñoso, juguetón y fiel; murió de
viejito.
A ésa misma edad entré a la primaria, tuve muchos amigos; lo
que me encantaba de la escuela, era cuando nos ponían a sembrar plantas y
hortalizas, lo más divertido era cuando nos mandaban a cosechar. También fue
bonito cuando realizamos una excursión a Veracruz, fue la primera vez en mi
vida que conocí el mar; lo vi tan inmenso, que lo confundí con el cielo. Las
olas que pegaban fuerte, la brisa que caía sobre mi cuerpo, y aquel rico y
delicioso calor que gocé en la playa. Nos
subimos en un barco y con mucho gusto nos recibieron unos filipinos, dándonos a
cada uno una fruta fresca; a mí me toco una fría y deliciosa rebanada de sandía;
fue la primer ocasión que conocí un barco muy grande.
Mi adolescencia la disfruté mucho, sobre todo la etapa de la secundaria,
¡qué momentos tan agradables! Por tener buen promedio me escogieron para formar
parte del día del estudiante; los tres años participé en la escolta y esto me encantó.
También hicimos una excursión a Acapulco
porque ya estábamos por terminar el tercer año. Para esto, todos los compañeros
nos pusimos a vender tortas preparadas, refresco o agua de sabor, para recaudar
fondos y no tener que pedirles a nuestros papás; así fue como realizamos el viaje y fue una
experiencia inolvidable, fui muy feliz, feliz, feliz.
En mi juventud, comencé a trabajar en una Biblioteca Pública,
tenía veinte años entonces. He tenido una larga experiencia muy grata, ya que
siempre he convivido con la gente y sobre todo con los niños. Mi trabajo está
vinculado con los libros y la lectura; esto me ha dado muchas satisfacciones y
me ha ayudado en mi formación personal.
A los 24 años me casé por la iglesia, mi esposo y yo escogimos el vestido de novia;
dicen que no es bueno que el novio vea el vestido antes de la boda, porque es
de mala suerte, pero no lo creo ya que hasta ahora nuestro matrimonio está
unido y tenemos una hermosa familia.
Soy Ángeles, tengo 47
años, trabajo, estoy estudiando el bachillerato no escolarizado. Tengo cuatro hijos
dos hombres y dos mujeres, todos estudian y mi hija la mayor esta por terminar
la carrera. Me siento realizada, agradecida con la Vida y
con Dios por ser quien soy una mujer,
esposa y madre feliz.
MARIA DE LOS ANGELES OSORIO MORALES
BIBLIOTECA PÚBLICA NUM. 759
“HIDALGO”
SAN LORENZO ALMECATLA, PUEBLA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario