Me tenderé a la clara sombra de
tu presencia,
y te diré otra vez eso que tú ya sabes[1].
Me sumerjo en el imperio de la noche
desde aquel palacio rodeado de un séquito de dioses
Vendrá el instante en que una línea, el aire que removió mi vida, llegará a sus orejas[2],
desde aquel palacio rodeado de un séquito de dioses
Vendrá el instante en que una línea, el aire que removió mi vida, llegará a sus orejas[2],
Yo que
todo lo he perdido ahora tiemblo hasta al dormir.
No resbales de mi brazo: ¡duérmete apegado a mí[3]!
No resbales de mi brazo: ¡duérmete apegado a mí[3]!
Sin que se alteren mis venas, sin que
en mi mente haga estragos[4].
¿O cuál es más de culpar, aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga, o el que paga por pecar[5]?
la que peca por la paga, o el que paga por pecar[5]?
Te doy,
libremente y sin reservas, doce meses gloriosos de lluvia refrescante como una
caricia y de luz de sol con fulgores de oro[7].
Los días, para trabajar y recrearte en
la belleza de las cosas; las noches, para que duermas con un sueño tranquilo.
Todo lo que tengo te lo doy con amor que no puede definirse.
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