En la terraza del sexto piso está el paraíso. El sol
resplandeciente, da tonalidades brillantes a todas las cosas a su alrededor. El
mar invita a sentir a la orilla el agua transparente. Primero de un verde turquesa, después, infinidad
de tonalidades de verdes y azules entre más lejos y profunda está el agua. La
brisa de las olas acarician el rostro, ofreciendo el poder de imaginar cosas
increíbles. De crear, de deleitarse con cosas a las que jamás le damos
importancia: la magia del aislamiento despierta la melancolía.
Las
nubes blancas y divertidas. La amistad entre el cielo y el mar, su inseparable e
infinito amor. La arena blanca, lisa, húmeda y tibia.
Los
aviones con su propaganda invitan a conocer lugares de la región, utilizan
anuncios espectaculares, las motos abren caminos sobre el mar, y los parapentes
adornan el cielo con sus colores. Las lanchas y los enormes barcos que van a
perderse en sus aventuras.
Dentro
del hotel las albercas con sus aguas claras, tienen formas de Honolulu, de Coral Reef, rodeadas de palmeras, palapas, sillas plegables para
tomar el sol. Las zonas de transición con el pasto están muy bien cuidadas.
Las
villas y los edificios uniformes y simétricos, proyectan la igualdad, café. Los
ventanales enormes son para apreciar el paraíso que hay en la terraza del sexto
piso.
Graciela Ortega Vázquez
Biblioteca “Sor Juana Inés de la
Cruz”
Acajete, Puebla.
Graciela:Con tu narraciòn no me cabe la menor duda que estuviste de vacaciones (por cierto bien merecidas) y tuviste la oportunidad de plasmar con tus propias palabras el hermoso panorama que tienen nuestras playas.
ResponderEliminar¿Verdad que es maravilloso compartir esa experiencia con los demàs y describirla en nuestros ejercicios?
Felicidades y gracias por tu aportaciòn.