Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar.
Y otra vez a la tarde, aún más
hermosas,
sus flores se abrirán[1].
Cultivo una rosa blanca,
en julio como en enero, para el
amigo sincero
que me de su mano franca[2].
Estas que fueron pompa y alegría
despertando el albor de la mañana
a la tarde serán lástima vana
durmiendo en brazos de la noche
fría[3].
Tómame ahora que aún es temprano
y que llevo dalias nuevas en la
mano.
Tómame ahora que aún es sombría
esta taciturna cabellera mía[4].
¡Cuánto verso de amor cantado en
vano!
Oh, como el alma se me torna
vieja
cuando me doy a recordar la añeja
historia absurda del ayer lejano[5].
Pues mi triste corazón
vive de bien apartado
con doloroso cuidado
cantaré este cantar[6].
Erguido bajo el golpe en la
porfía
me siento superior a la victoria.
Tengo fe en mí: la adversidad
podría
quitarme el triunfo pero no la
gloria[7].
¿Qué es tu vida, alma mía? ¿Cual
es tu pago?
¡Lluvia en el lago!
¿Qué es tu vida, alma mía, tu
costumbre?
¡Viento
en la cumbre![8]
Mis manos
te han olvidado
pero mis
ojos te vieron,
y cuando
es amargo el mundo
para mirarte
los cierro[9].
Ni al
tiempo que al pasar me repetía
que no
tendría fin mi desventura
será
capaz con su palabra oscura
de
resistir la luz de mi alegría[10].
No
importa que los sueños sean mentira,
ya que al
cabo, es verdad
que es
venturoso el que soñando muere,
infeliz
el que vive sin soñar[11].
Me gustas
cuando callas, porque estas como ausente,
y me oyes
desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece
que los ojos se te hubieran volado
y parece
que un beso te cerrara la boca[12].
¡Pues bien!
Yo necesito
decirte
que te quiero
decirte
que te adoro
con todo
el corazón;
que es
mucho lo que sufro,
que es
mucho lo que lloro,
que ya no
puedo tanto,
y al
grito que te imploro
te
imploro y te hablo en nombre
de mi última
ilusión[13].
Muy cerca
de mi ocaso, yo te bendigo vida,
porque
nunca me diste ni esperanza fallida
ni
trabajos injustos, ni pena inmerecida[14].
Porque en
noches como ésta la tuve entre mis brazos
mi alma
no se contenta con haberla perdido.
Aunque
este sea el último dolor que ella me causa,
y estos
sean lo últimos versos que yo te escribo[15].
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