¡Ay tormentos rabiosos!1
Entre las bestias confundido se halla 2
Qué soberbios y grandes son tus montes 3
Mil espantosos cráteres se miran,
unos quedaron quietos y apagados,
otros sus
llamas con furor respiran;
¡Oh cuánto de pesares y desgracias, 4
Cuánto tiene de sustos e inquietudes,
de dolor y de llanto.
Vuela, vuela corcel mío denodado; 5
¿Quién es el que esto advierte y no suspira 6
por gozar de otra vida?
Qué importa que ahora 5
el sol no aparezca,
hemos venido a este valle de lágrimas que abate, 7
tú como la paloma para el nido,
y yo, como
león para el combate.
Graciela Ortega Vázquez
Biblioteca
“Sor Juana Inés de la Cruz”
Acajete
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