Y al atardecer, sin lluvia,
un arco iris
con mil tonos de verde
que brillan
parpadeando[1].
Entre mi alma y las sombras del olvido
existe el valladar de su memoria…
que nunca olvida el pájaro su nido,
ni los esclavos del amor su historia[2].
Es el llanto que nace,
un rostro, azul, flotando sobre el mundo,
una respiración con el latido
de los soles profundos[3].
Has hecho caber el mundo en mi corazón
y no hay lugar a donde vaya
en el que no te encuentre,
no hay sitio donde mire
en que no estén tus ojos de ciervo
aguardándome[4].
Tal vez guardes un magnífico tesoro
de ternuras refinadas y felinas;
tal vez seas una bella estatua de oro
y me hechices con tus formas ambarinas[5]
Debió tener un cielo para iluminar
con el color que quisiera
pero hay aspas del tiempo
que imponen su cortedad[6]
No hay comentarios:
Publicar un comentario