lunes, 9 de julio de 2012

Lo que me pensamiento me dicta 9: Desnudando mi alma


Recostada y tranquila escucho la lluvia y mi cuerpo percibe el fresco después de varios días de calor, el cansancio me venció y el canto de la lluvia me arrulló quedándome profundamente dormida.

No sentí el tiempo, sin embargo al despertar mi asombro fue grande, mis sollozos y lágrimas me obligaron a incorporar rápidamente. Sacudiendo mi cabeza y secando mi rostro ya tranquila empecé a inhalar, exhalar para concentrarme  y recordar mi sueño.

El cielo y las nubes (gris plata), dejaban ver los rayos del sol que me permitían percibir como se derretían los glaciares. Ahí había una laguna con agua azulada en el centro, un bloque de hielo en el que se encontraban sentados dos osos polares (uno frente al otro).

Un arco de luz unía sus cabezas, las nubes dejaban entrever los rayos de sol dejando su reflejo en el agua, sus rostros por un momento se miraron fijamente, saliendo de su pecho lamentos de dolor y las lágrimas escurrían por sus mejillas. Su estremecedor grito es porque están perdiendo su hogar por el calentamiento de la tierra. Era tanta su tristeza, reflejada en sus ojos que percibí su dolor, pidiendo ayuda para sus hogares, haciendo conciencia de los cuidados que debemos tener en nuestro planeta. El calor los destruye; a la humanidad la sequía. Los animales se mueren de hambre y sed, la tierra herida en muchos lugares queda imposibilitada para la siembra.

Autor: Ana Rosa Ortiz Hernández.
Biblioteca: Israel Gómez, Xicotepec, Puebla.

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