jueves, 24 de enero de 2013

Biografía



Lo que recuerdo de mi niñez es cuando en casa llegaban los Reyes Magos, el aroma de los juguetes nuevos, el no poder dormir de la emoción de despertar y verlos,  tocarlos y olerlos; es muy rico, ya saben, el olor a nuevo.

Otra parte es que a mí me encantan los gatos, por sus hermosos ojos y todo el misterio que guardan en su mirada, lo suaves que son; el día que me regalaron a mi primer gato, llamado “Botas”, ¡ay, qué emoción me dio! Lo vi y me lo comía a besos, lo apretaba muy fuerte, qué terso era su pelo y sus maullidos. De chiquitos son muy bonitos, claro que cuando creció se fue, y sí, la verdad lo extrañe muchísimo, pero luego tuve muchos más.

En mi adolescencia lo que más me gustaba era la música; siempre ha sido así y me encanta escuchar todo tipo de géneros; yo creo que al escucharla, me trae muchos recuerdos. Me encantaba escribir la letra de las canciones y recuerdo que escribí una libreta llena de las de ese entonces, no sé dónde terminó mi libreta, pero es de lo que más me acuerdo, esas ganas de escribir.

¡Ah! Y otra cosa, me fascinaba la ropa negra, no sé por qué, pero me llamaba mucho la atención el color negro y siempre me veían vestida así; ahora que hago memoria, no sé por qué me gustaba tanto.

 Cuando entré a la universidad lo que más disfrutaba es que mamá me comprara ropa, y si estrenaba ropa, zapatos o mochilas, vuelvo a lo mismo, el aroma de lo nuevo me encantaba. Hasta la fecha conservo un suéter que compré en ésa época; es muy calientito y sólo lo uso para dormir, tiene ya sus años sin embargo aún no lo he tirado pues aunque ya está viejito aun me gusta.

Tengo muchos recuerdos hermosos; uno o más bien dos de ellos, son los nacimientos de mis hijas, el aroma de cuando nacieron, ése olorcito delicioso, que no sé ni cómo describirlo. Si ya tienen bebé creo que me podrán comprender, el tocar su pielecita sedosa, tan delicada, ¡ay, qué bonito!
Eso me pasó con mi primera nena, y con la segunda fue más el llanto; me encantaba escuchar como lloraba, hasta la dejaba que llorara, le temblaba su lengüita y no la cargaba Me dio risa recordarlo; sí, eso es hermoso. Aun guardo su ropita y ya no huele igual, pero es agradable tocarla.

Y ahora, el recuerdo más cercano de algo muy rico, es una cobijita que también era de mi nena; a ella ya no le gusta pero yo aún duermo con ella porque para este frio es muy calientita. ¡Ah! También unos calcetines que me regaló mi papá, qué bien se sienten, son suaves y tibios.

Celia Hernández López
Biblioteca pública de San Lorenzo Almecatla  Puebla

No hay comentarios:

Publicar un comentario