Estoy
casi seguro que parecía un muerto viviente. Con deseos de ir a ningún sitio.
Venciendo las leyes de la naturaleza. Emborrachándome con cerveza sin alcohol.
Teniendo esa vida muerta. Sintiendo en mi piel ese fuego helado, como una dulce
amargura, sin saber que tenía una vista ciega.
Pero,
un día, llegaste tú, mi sabroso veneno. Llenaste el vacío de mi vida. El claro
obscuro de tu piel contrastaba con la brillante opacidad de tus ojos. Reconozco
que ante ti, fui un buen perdedor. Me deleité con tu sabroso veneno. Disfrute
mucho mi triste gloria. Conocí cual era mi realidad virtual. Me enfrenté a mi
graciosa torpeza.
Sé
que fui un filosofo ignorante. Que actué seguramente cauteloso. Pero al final
llegue a disfrutar contigo esa agradable llaga, y, juntos….juntos… ¡Descubrimos
ese fuego escondido!
J.Trinidad
Pedro Bernabé Juárez Alcázar. (Pececito de Oro).
Biblioteca
“Sor Juana Inés de la Cruz”
Acajete,
Pue.
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