En una cabaña muy cerca del bosque escondido,
entre la niebla, vive una ancianita llamada Teresa, quien suele sentarse a leer
en el atardecer.
Los
leñadores dicen que la anciana es una bruja blanca. La llaman así por la
experiencia que tiene de la vida y la paz que les transmite.
Suavemente
se mece en su sillón, leyendo su libro preferido: “Vida después de la muerte” y
sin sentir el tiempo, recuerda el sueño constante que tenía cuando niña.
En el que ve a una niña jugando que se llama Luisa.
Juega en el jardín del castillo. Su nana la cuida; su padre el virrey la adora;
su madre por igual. Es tan traviesa que le hace muchas diabluras a la nana.
Luisa es blanca, con rizos negros, ojos grandes y expresivos. Es la época del
virreinato en la Nueva España. Cuando sale con su nana a la Iglesia, la obliga
a llevarla a lo que llamaban la ciudad perdida, donde vive la gente marginada.
En
una casucha de la ciudad perdida, Luisa entra y llora desconsolada al ver la
miseria en que vive una familia que tiene una niña de su misma edad. Se quita
sus ropas y la cambia por los harapos de la niña, obligando a la nana a darle
una buena cantidad de monedas de plata. Al llegar al castillo y verla sus
padres con los harapos, la reprenden y a
la nana también. Le prohíben que vuelva a llevar a Luisa a la ciudad perdida.
Entre
travesuras y juegos, tuvo una corta infancia, enferma de repente y tiene una
agonía angustiosa, en su delirio ve a la gente sufriendo y muriendo de hambre,
recriminándose por tener una vida cómoda a diferencia de ellos. Con esta
angustia muere, siendo así que su cuerpo descansa pero su alma no.
Teresa en sueños ve la
tragedia de Luisa y no comprende el por qué la sueña tanto. Entonces decide
buscar ayuda de un experto hasta hacerse una regresión, comprendiendo así, la
labor que tenía que cumplir pues la niña que ve en sueños es ella misma que
vivió en esa época. La pequeña no pudo realizar su obra y a través de esas
imágenes Teresa entiende el mensaje que a través de los sueños Luisa le transmite.
Después de ésta
experiencia Teresa vivió haciendo el bien, aprendiendo a escuchar a quien más
la necesita, transmitiendo a los demás esa paz interior que muchos deseamos
tener. Tiene el don de la premonición, algunos por esto le tenían miedo, pero
pudo terminar en ésta vida, lo que Luisa no logró.
Ahora se le ve tranquila,
alejada del bullicio en esa vieja cabaña, algunas personas que necesitan su
consejo aún van a verla.
Autor: Ana Rosa Ortiz.
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