Son las 5 de la tarde, estoy en mi recámara, mi santuario
preferido; estoy tocando las teclas de mi lap, que son frías y negras y escribo
algo despacio. A mi derecha está la ventana, con una cortina blanca de encaje, con
un diseño de rombos, cosida con hilo a juego y muy plisadita; aun entra un poco
de sol, enfrente de mí está el tocador, que es café, de madera, tiene 6
cajones, con un grande espejo y muchas cosas sobre él. La cajita donde guardo
mis agujas es de Rosita Fresita, junto a ella hay un caballito zaíno muy bonito.
En el espejo de mi tocador puedo verme y también la pared
que está detrás de mí. Ahora que observo bien, el tocador tiene dos cajones
abiertos, igual que el alhajero y se pueden ver unos aretes plateados y unos
seguritos. Hay dos frascos de gel, uno es rosa, ése huele muy rico, es de fresa,
y el otro no huele a nada. Una bolsita con maquillaje, dos frascos de crema,
uno es de color rosa y otro blanco con franjas verdes, tres desodorantes, uno
rosa uno naranja y uno gris; un celular grisáceo, un cepillo para cabello azul
y de cerdas suaves y hay un peine muy duro porque es de plástico negro. Hay un
perfume de tapa rosa que huele a frutitas y uno de tapa verde que huele a
madera.
Acaba de sonar un celular y no es el mío;
abrieron el cancel y chilla muy feo, a mi izquierda está el closet que es marrón
y lo único que veo es ropa de muchos colores; aunque viéndolo bien, el tono que
predomina es el rosa y las distintas texturas de la ropa, hay más mezclilla que
algodón, la caja de mi árbol de navidad que tiene letras rojas y un arbolito
verde. Estoy sentada en mi cama, mi puerta gris está cerrada, y detrás hay un
corazón grandote y rosado que dice ”papá y mamá, los quiero mucho“, , desde
aquí puedo ver zapatos, muchos zapatos de color morado, rojo, café ,blanco, con
florecitas naranjas y negros. Por la ventana se escucha el viento, hace mucho
frío; la cama está muy cómoda pero el
edredón está helado. El edredón tiene unas florecitas borgoñas con hojitas
verdes y trae un marco beige, hay flores pequeñas y grandes y está cosido con
un hilo de tono crudo……
También veo muchas bufandas coloridas;
acabo de escuchar que sonó un panderoy también música, aunque lo que más oigo es el crujir de las
teclas de la computadora. Detrás mío están las almohadas blancas y suaves,
junto de mí hay un oso de peluche que tiene como quince años conmigo y se llama
Odi, el piso es avellanado, las paredes de tono paja tienen una textura muy
rasposa, con líneas inclinadas, unas sobresalen más que otras. Huele a perfume,
porque me estoy poniendo crema en mis manitas, que están muy ásperas y frías,
hay dos orejeras, unas son en forma de conejo y unas en forma de fresita con
textura de peluchito; en el lechoso techo hay una lámpara albina y opaca, mas a
la derecha hay una mancha plomiza. Mi
computadora está calientita, hace ruidito de que está funcionando, tiene
encendida la antenita del internet y la de la batería en color verde; eso
quiere decir que todo funciona bien, el cargador se está calentando también, hay
ratos en que hace ruidos más fuertes y a veces más despacio.
Ya es de noche y ahora en la ventana ya
no da el sol; encendí la luz y por la ventana sólo se ve la oscuridad; se
escucha la televisión. Me recosté y pude tocar una cobija de estambre rosa con blanco y en una orillita tiene un
perrito; está hecha de puras cadenitas, es grande, mide como noventa cm., por
cada lado y sobre ella está la plancha.
Huele a lechita con canela, creo que ya
me voy a cenar. Acabo de escuchar el tren.
Celia
Hernández López
Biblioteca
Pública de San Lorenzo Almecatla Puebla
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