En un rancho lejano, en la ciudad de Chihuahua, en una
pequeña cabaña, se apaga el candil, la noche es muy oscura. Cipriano ha
encerrado las vacas para la ordeña del día siguiente, Josefa, su esposa prepara
la cena para su esposo y sus dos hijos Isaura y Fernando. Al llegar Cipriano
dice a su mujer: Me muero de hambre, hoy te traje varias tareas de leña para
que no sufras en la temporada.
Como una familia unida, cenan en armonía y contentos dando gracias a
Dios por el día.
Ya al acostarse, Josefa cobija a sus hijos, pues en
esta temporada en la sierra de Chihuahua, ya se siente frío. Su esposo asegura
las puertas, el viento sopla y se oye el vaivén que produce en los árboles.
Ellos descansan, cuando Josefa de pronto escucha ruidos
como si alguien empujara las puertas y anduviera trasteando en la cocina,
sigilosa se levanta y no ve a nadie, se vuelve a recostar. Al día siguiente le
comenta a su esposo lo que escuchó, él no le hace caso, sólo le dice- son cosas
tuyas mujer, estabas soñando. Josefa tenebrosa a la noche siguiente deja el
candil prendido, le teme a la oscuridad, Cipriano le llama la atención, con su
actitud asustaría a los niños.
Noches después, Josefa despierta con los ruidos y ve dos chiquitines
jugando con las ventanas, colgando de ellas, no comenta nada sólo reza.
Cipriano incrédulo se burla.
Mas una noche, los
niños lo molestan a él, le hacen cosquillas, le soplan al oído y le hacen
travesuras, cree que es Josefa, pero para su sorpresa al abrir los ojos ve a
los chiquitines vestidos de blanco, que salen del cuarto y él los sigue, le
dice a su esposa, acompáñame, ella se niega, tiene miedo, más Cipriano los
sigue, los niños dan vuelta al corredor de la casa entrando luego al cuarto de
Cipriano, ahí él los pierde y le dice a Josefa, ¿viste a los niños que entraron
al cuarto? Ella lo niega, y después le reprocha: -Tú no me creías- temeroso
entonces se cobija hasta la cabeza, no quiere pensar más en lo sucedido.
Al día siguiente, revisa toda la casa hasta el
tapango, llega la noche y no quiere dormir, tiene miedo, más un peón le había
dicho que se atreviera a preguntarles qué es lo que deseaban.
Las noches siguientes, los niños siguen haciendo de
las suyas, hasta que Cipriano les pregunta quiénes son y qué desean. Los
pequeños le dicen, síguenos, tú eres el elegido que nos dará la paz. Cerca de
la Montaña, donde sueles ir a leñar, hay un salto de agua que al caer forma una
poza muy honda, es ahí donde estamos nosotros, hace muchos años, mi hermano y
yo jugábamos y accidentalmente caímos sin descubrir nunca nuestros padres los
cuerpos, dándonos por perdidos renunciaron a la búsqueda, por eso a tus
antecesores siempre los anduvimos inquietando, yéndose por miedo, tú eres el
único valiente que rescatará nuestros cuerpos, dándoles cristiana sepultura para poder descansar en paz.
Cipriano, nadó hurgando hasta el fondo de la presa, encontrando dos pequeñas
osamentas dándoles sepultura para que quedaran en paz.
Hoy Cipriano ya no
tiene apariciones, ni miedo, cumplió lo prometido a esas dos pequeñas almas
perdidas por el infortunio.
Autor:
Ana Rosa Ortiz
BIBLIOTECA
ISAREL
GOMEZ DIAZ
XICOTEPEC
DE JUAREZ PUEBLA.
Felicitaciones a la que escribio este texto, ah de ser una gran mujer bella y afortunado aquel que sabe valorar a ese tipo de mujeres comprometidas con su hogar y que en sus ratos libres haga este tipo de actividades....
ResponderEliminarQue bonito cuento, simple y directo. Felicidades
ResponderEliminar