jueves, 26 de abril de 2012

Carta reclamo 21: A un taxista


Estimable señor taxista “distraído”:

Disculpe en primer lugar que le haya añadido este adjetivo que, después del rato que he pasado a su lado, le va perfectamente.

Considero que su apreciable trabajo merece todo mi respeto, entiendo por lo que usted tiene que pasar cada día: tráfico, el ir y venir, clientes  apurados y retrasados,  etc.  Y aun así no justifico el coraje que  me hizo usted pasar por su distracción y descuido.

Sé que los temas políticos están en boga, que hacer platica al pasajero es su deber de cordialidad cuando el pasajero es amable y tiene ganas de platicar pero considero una irresponsabilidad de su parte que por ir hablando acaloradamente de sus preferencias políticas, sus quejas por las obras de remodelación en la ciudad y hasta de si su mujer no le dio de desayunar, se le haya olvidado la dirección que yo le di para que me hiciera el grandísimo favor de llevarme, o lo que es  peor, que  la confundiera con otra mucho más alejada de la dirección en la que me esperaban.

Yo, dándome cuenta de su distracción y de su euforia ante los temas que iba discutiendo como en un monólogo interior y a ratos como si hablara directamente con el mismísimo presidente, le volví  a indicar la dirección a la que quería que me llevara y ya viéndome muy lejos de la ruta que yo tenía en mente, interrumpí su discurso para señalarle su descuido y usted se atreve a contestarme que sí, que íbamos bien pero que habíamos tomado otro camino, siendo obvio que se  había despistado y estábamos viajando en un espiral mientras podíamos haber ido en línea recta.

Agradezco que aunque ya tarde haya usted retomado el camino correcto y yo por fin llegara a mi destino, lo que no puedo entender es que todavía llegando al lugar, después de tan largo viaje, usted no tuviera cambio y me haya hecho perder otros minutos más para ir a cambiar mi billete que no era de una alta denominación, todavía en medio de sus dilucidaciones acerca del bienestar social y la crítica profundamente indignada a las personas irresponsables que no hacen bien y con amor su trabajo.

Ya que el valiosísimo tiempo no vuelva atrás y es irrecuperable, sólo  le recomiendo de todo corazón que vea hacía sí mismo, que intente encontrar en su ser un poco de concentración y que antes de criticar a otros haga una crítica constructiva de usted mismo, por su propio bien y por el bien de los que tomamos un taxi creyendo que llegaremos más rápido.

Yo me aconsejo que  para la próxima que vaya a tomar un taxi pida que me lleve por el camino corto.

Agradezco su  “atención” (eso espero) y le pido reprima un poco sus dotes de vocero de todos los afligidos y los quejumbrosos.
Laura Montiel Ugarte
Ciudad Serdán

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