En una lejana isla del país del conocimiento, donde sólo el
deseo de superación, la constancia y la tenacidad tienen cabida, habita el
señor libro.
Su
imponente figura muestra esa piel cuyos cortes son hábilmente alineados, sus
planos y cubiertas lucen apariencias que van desde tonos claros hasta oscuros.
Es
un personaje reconocido mundialmente por sus templados nervios que aunque no
son de acero soportan cualquier fuerza que intente dañarlo.
Una
mañana de verano el señor Libro recibió gustoso una invitación: se trataba de
acudir a una fiesta de gala en la gran Biblioteca Central. En ese momento
visualizó la posibilidad de conocer a diversos tipos de personajes como
ministros, reyes, presidentes hasta los más sencillos lectores, hablar varios
idiomas, poder trasmitirles su mensaje y viajar por todo el mundo llevando su
saber.
Para
acudir a tan distinguida invitación decidió hacer una exhaustiva revisión de
sus guardas, verificó que sus hojas de cortesía se encontraran impecables, así
también comprobó que su anteportada y contraportada tuvieran una presentación
única.
El
ansiado día llego, don libro que, (aquí entre nos), mostraba un normal
nerviosismo, fue llevado al gran evento donde se encontraba una multitud
ansiosa de conocerle. Y así, en un sólo abrir y cerrar de hojas, se encontraba
frente a todos siendo la figura principal del acontecimiento, luciendo su
increíble portada con bellísimas letras doradas.
Era
motivante ver como tan selecto público consultaba su página de derechos y con
gran entusiasmo leía esa bella y conmovedora dedicatoria.
De
su prólogo, ni hablar, cuidadosamente preparado para este singular encuentro.
Hubo
un momento de angustia, pues don Libro recordó que a tan distinguida reunión no
llevaba preliminares, sin embargo el público comprensivo lo animó comentando: —
¡Eso está en desuso, no te preocupes amigo!
Y
así, ya con el ambiente propicio, los asistentes revisaron el índice, se
involucraron en cada una de las hojas, recorrieron una y otra vez los textos
para llevarse en este recorrido mágico un pedacito del país del conocimiento.
Las
horas fueron transcurriendo, las hojas avanzando de tal forma que después de
este agradable festín la memorable reunión llegaba a su fin.
Al
terminar tan esperado evento, todos preguntaron por el colofón, gustoso don
Libro mostró su origen, fecha de nacimiento, padres e inclusive numero de
hermanos.
Una
vez concluida la visita don Libro regresó a su país lejano.
A
partir de hoy ansioso espera la próxima reunión con los humanos ya que para él
es una gran ilusión compartir las horas con tan singulares personajes.
J.Trinidad Pedro Bernabé Juárez Alcázar.
Biblioteca “Sor Juana Inés de la Cruz”
Acajete, Pué.
muy bonito, me gusto mucho felicidades
ResponderEliminar