Un momento con mi otro yo.
Me senté en
medio de mi cama y empecé a meditar que es lo que hecho con mi vida.
Recuerdo a mi
hija cuando tenía meses de haber nacido, lo pequeña e indefensa que era. Hoy es
una hermosa niña de diez años, llena de vida y con un futuro por delante. Ya
casi alcanza mi estatura.
He aprendido
con el tiempo a ver a mis padres cambiar su actitud. Cuando eran jóvenes tenían
muchos problemas por falta de comunicación, actualmente todo ha cambiado. Se
tratan con más respeto y pasan más tiempo juntos.
A través del
tiempo he aprendido a tomar mis propias decisiones con cordura, pensando muy
bien las consecuencias de mis actos. En algunas me he equivocado pero soy un
ser humano. Me he tropezado pero he aprendido a levantarme y seguir caminando y
no dejarme vencer por depresiones o desilusiones.
Una de las
experiencias más tristes de mi vida ha sido ver como se apagó la luz de vida de
mi pequeña sobrina recién nacida y no poder hacer algo para evitarlo. Fue muy
doloroso para mí por que fue una ilusión muy grande para mi hermano (era su
primer hijo).
La vida
continúa y es hermosa. A veces hay gente que decide quitársela por cualquier
pretexto, habiendo tanto enfermo terminal que luchan por conseguir su último
sueño o gente con capacidades
diferentes y a veces los discapacitados somos nosotros por no saber resolver
nuestros problemas y ahogarnos en un vasito de agua.
No me puedo
quejar por que a pesar de todo llevo una vida buena. Tengo a una hermosa hija,
no estoy enferma, tengo a mis padres, a mis hermanos a muchos amigos que me
quieren y yo también por que me dan consejos y cuando mas los necesito están
conmigo.
Le doy gracias
a Dios por la vida que me dio, por los padres que me está prestando, por la
dicha de haber sido madre y de tener unos hermanos con los que me ha tocado
vivir tristezas y alegrías, por la vida, el aire, el sol y toda la belleza de
este mundo.
Elaboró: Edith
Barranco Coria
Biblioteca:
Sor Juana Inés de la Cruz
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