miércoles, 6 de junio de 2012

Narración 9: Un día.


Adormecida por la influencia de varios días de desvelo tomé la decisión de cambiar mi somnolencia para observar cómo transcurre un día en mi vida. Son las 5:00 de la mañana y salí a encender el boiler, así en 20 minutos hay que entrar al baño. No es un baño relajante como lo tenía pensado, en ese momento recordé que tenía que haber hablado con mi amigo; me pidió que llevará un paquete y como siempre le dije que con gusto. En seguida veo mi atuendo y me digo: —Esto no combina—, regreso y lo cambio enseguida,  doy varias vueltas hasta terminar mi arreglo personal, peinado, maquillaje, perfume. Busco mi bolso y salgo a medio camino; calle abajo regreso. Se me han olvidado las llaves de mi escritorio, nuevamente recorro el camino de antes.
El aire fresco de la mañana me pone de mejor humor,  dando pasos grandes hacia mi trabajo me encuentro con varios jóvenes de la escuela secundaria; al igual que yo se dirigen hacia allá ellos a recibir clases y yo, para iniciar mi jornada de trabajo, coincidentemente al caminar más rápido también me duelen las rodillas y la rapidez con la que pretendía caminar se queda como una idea. Llego a mi trabajo, me encuentro a varias personas. Algunas me saludan, otras sólo pasan junto a mí,  su mirada  burlona me disgusta pero continúo caminando. Sé que algo murmuran sobre mí, lo leo en su rostro pero como si no me diera cuenta, sigo avanzando e ignoro sus risas sarcásticas. Les saludo como saludo siempre. Llego a la escuela entro en la oficina, saludo, enciendo la computadora y poco a poco entramos en materia de trabajo. Dos horas y llega el receso, un espacio en el que tenemos que salir a vender en la cooperativa escolar; veinte  minutos más tarde nuevamente en la computadora busco el documento que me ha pedido mi jefa, más en ese preciso instante llega un padre de familia y sin poder concluir el documento antes mencionado pues requiere  de una firma del director o responsable de la escuela.
Mis compañeras después del receso se marchan a desayunar y regresan quejándose de que hay siempre lo mismo, y dicen que harán el firme propósito de traerse o prepararse  fruta o algo hecho en casa, son sólo buenas intenciones porque la realidad es que a la hora de levantarnos no tenemos suficiente tiempo para prepararlo.
Casi al final de la jornada abro mi correo electrónico y son varios los mensajes que me han llegado algunos son de reflexiones otros son chistes y documentos; también me llegan unas presentaciones para alegrar el ojo: son de  hombres musculosos y buenos por donde los veas, como quien dice, me recreé la pupila y casi me quedo ciega de ver esos cuerpazos de tentación.
Ya estoy pronta a salir de mi trabajo pero el reloj consume los minutos, las horas, y aún no decido si camino hasta mi casa o espero el paso de la combi. O en su defecto espero a las compañeras que tienen auto, pero me gana el dolor de la rodilla, entonces espero que mis amigas me den un aventón hasta el centro.
Camino de la esquina hasta mi casa, paso viendo que hay en la verdulería ricas frutas y verduras prosigo al pasar por la carnicería también me invita el aroma que surge de la paila en la que se están haciendo los chicharrones. La tentación me gana y compro un cuarto de kilo, de paso compro las tortillas y llego lista para hacerme un gran taco al que agrego una salsa recién hecha junto con agua de limón fresca y reconfortante para quitar la sed ya que el sol esta quemante y esplendoroso, nos lastima las pupilas teniendo que usar gafas oscuras.
Después del delicioso taco llega el momento de limpiar los platos, limpiar la mesa; en fin, dejar la cocina brillante, reluciente. Para al final del día volver a hacer un café, esperamos la llegada del panadero para comprarle una variedad de pan, conchas,  corazones o biscochos, campechanas, ladrillos, tacones imperiales, etc. Antes de acostarme me interesa ver una entrevista en el canal dos que se llama tercer grado y de repente me quedé mirando y escuchando y llega el momento en que el cansancio me vence y me quedo profundamente dormida por lo qué ya no puedo terminar de ver la entrevista. En mitad de la noche recuerdo y la televisión encendida me levanto al baño y apago la tele.
Así que como todos los días, espero un nuevo día un nuevo amanecer.

Nombre: C. Nora Ivón Ortega González.                       01/06/2012
Edad: 49 Años
Correo Electrónico:   Noryivonee@Hotmail.Com
Biblioteca : Guadalupe  Martínez  Ortega
Ciudad: Tételes de Ávila Castillo, Puebla

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