Leía un artículo interesantísimo,
donde decían que los seres humanos tenemos alrededor de once millones de
pensamientos a lo largo del día. Imagínense la posibilidad de que en nuestra
mente habiten tantas ideas, formas, imágenes, creencias. Sería como tener
muchas personitas viviendo en nuestra cabeza, me parece algo sorpréndete y
causa un ligero escalofrió debajo de mi plexo solar; como citó Leo Buscaglia a
un amigo: “En mi casa tengo muchas habitaciones y no todas las conozco”,
haciendo referencia de que en nuestra cabeza hay lugares que ni siquiera
conocemos, es nuestro ser esperando a ser des-cuebierto (y escribo de esta
manera porque significa quitarnos la cubierta exterior y ver hacia adentro).
Por lo general soy consciente de
los pensamientos que tengo o al menos pongo esmero en ello; veremos la
efectividad de la meditación y sí: realmente logro percibir al menos la décima
parte de los miles de pensamientos que podemos tener en minutos.
Me voy a un
sillón y me recuesto sobre él, espero. En verdad no tengo que esperar mucho
tiempo, tan sólo darme cuenta de que ahí están “esas voces”. Cierro los ojos
para entrar más en mí, empiezo a ser consciente del medio que me rodea, la
sensación de estar acostada, mi cuerpo en completa calma, el danzar de mi
respiración, ciertos cosquilleos en el cuerpo (el movimiento es signo de que
afortunadamente sigo viva). Empiezan los soliloquios: esta vez una voz
parlanchina, hace acto de presencia; anteriormente hablaba mucho y algunas de
las cosas que me decía eran disparates; gracias a que he podido entender el
mecanismo de cómo funciona el cerebro y ya no me asustan, ahora las encuentro
fascinantes y divertidas.
Esta vez me
está hablando del pasado, personas y situaciones, en particular se vuelve
aparecer esa persona, que por un rato ocupó un tiempo y espacio que ya había
caducado, tuve que reeducar al pensamiento para que desistiera de él, no
forzando mi maravillosa mente, (porque lo que resistes, persiste), más bien
trascendiéndolo. Me parece extraño que se vuelva aparecer precisamente en este
lugar, lo veo tan apacible y tranquilo, quisiera preguntarle ¿Cómo está? Si
necesita algo, pero sé que intercambiar un dialogo con esta fantasía, sería
nuevamente darle la entrada a ese espacio que al fin está liberado. Opto por
observarla simplemente, verla sin juzgarla, sin ninguna carga emocional,
simplemente la observo y se esfuma como el humo.
Bien sabía que
podía suceder, anteriormente cada vez que trataba de concentrarme o meditar,
había “pensamientos distractores”; pendientes, preguntas ociosas y otras muuuy
locas. Vuelvo a cerrar los ojos y ahora por más que se me aparezcan dos monos
bailando danzón, no haré caso; estoy aprendiendo a conocer cómo funciona esa
parte de la mente y los diferentes grados de conciencia desde inconsciencia
hasta Supraconciencia, me interesan los pensamientos elevados que hablan acerca
de quién en verdad soy, que puedan decirme cómo ser mejor persona, cómo amar a
todos, que explotan en creatividad e intuición, esos: mis pensamientos que
deleitan.
Ahora empiezo
a pensar en el fututo. Me visualizo con un traje blanco, trato de concentrarme
en el presente: Aquí y Ahora, así que dejo esta bella imagen para después. Vienen
a mí algunos de mis poemas favoritos,a veces los recito mentalmente: Sueño de
Sor Juana, La luna de Sabines o la preciosa carta que envió el jefe Seattle al
presidente Franklin Pierce; por último se aparece Borges. Me imagino cómo debió
escucharse con ese acento argentino y voz barroca.
Me da cierta
nostalgia esa prosa y agradezco que haya llegado a mí, para vivir plenamente la
vida. Por otra parte pienso que estuvo bien dejar de leer libros por un rato,
pues empezaba a creer que a veces
parafraseaba a los autores y yo quería oír mis ideas, creo que lo he
logrado. Ahora estos maravillosos libros me sirven para respaldar algunas ideas
o para conocer más sobre un tema, algún evento o ampliar mi panorama. Logro un
espacio de silencio mental y me hace sentir serena.
De repente
entra en acción otra vocecita tarareando una canción, estoy atenta pero no
logro distinguirla, quizás es de mi invención. Resulta que la vena artística me
sigue; pensando en las manifestaciones de arte, viene una historia que se teje
en mi mente desde hace unos ayeres; es la novela que crece en mí, como si
recibiera una redacción del “más allá”
estando en “el más acá”. Imagino los escenarios, aromas, paisajes,
olores, es como estar viviendo otra realidad al mismo tiempo ¿Los universos
paralelos se podrán cruzar? ¿O bien es producto de la imaginación?... quién
sabe.
Me recuerdo:
¡céntrate en el presente! Vuelvo a
ser consciente de mi inhalación y exhalación y con ellas la afirmación del ser
que crece en mí con cada respiración, esto es parte del Amor, reconocer la vida
que impregna todo, empezando con nosotros mismos. Estoy lista para abrir los parpados
y un destello de luz entra por las ventanas del alma, parece de mañana, empero,
ya está anocheciendo, hay una deliciosa esencia que llega a mí: creo que es la brisa
entrando por alguna rendija de la puerta, siento que salí de un trance entre mi
recinto onírico y la vigilia, me pongo de pie.
Tal vez no
alcancé a percibir todos los miles de pensamientos que tuve en este aproximado
de cuarenta y cinco minutos, son muy escurridizos y juguetones por ello es
buena la idea de tener una libreta en mano, pero el encuentro conmigo misma en
silencio y atendiendo solamente a ese momento, me parece de suma importancia,
para seguir conociéndome cada vez más, pasar de lo macro a lo cuántico, que al
fin de cuentas en un nivel superior: viene siendo lo mismo.
Claudia Ramirez Martínez
Biblioteca Profr. Joaquín Paredes
Colín
Tehuacán Puebla.
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