lunes, 18 de junio de 2012

Un mundo sin gente 7: una mañana fresca del mes de junio.



 Es una mañana fresca del mes de junio. El aire sopla levemente invadiendo las calles, sólo hay algunos automóviles, la quietud del ambiente se manifiesta de una forma reflexiva y relajante.

El cielo luce una bella alfombra azul y cobija en su espacio a algunas nubes que van formando figuras que al pasar de los minutos giran hasta transformarse en nuevos diseños e imágenes caprichosamente irrepetibles. Las casas pintadas con colores amarillos, crema, naranja y blanco armonizan con el rojo del adoquín y las aceras con diseños  de ladrillo. Los arboles crecen erguidos y robustos; muestran que existe la vida y  su color verde, no es otra cosa que la esperanza de un mundo lleno de oxigeno, sin contaminación alguna.

Al fondo del panorama, la torre de la iglesia luce su imponente figura finamente pintada en tonos pastel, muestra unas bellas cúpulas rematadas con una emblemática cruz. La portada de acceso con su forma geométrica parece estar observando el paso de los años y guardar día a día la historia en sus entrañables muros. Las rejas finamente pintadas de color negro manifiestan simbólicamente en cada momento la indestructible fortaleza del ser supremo y de su creación divina. En su interior, la paz total, el silencio, enmarca los altares, candelabros, bancas y candiles. Sus arquerías, que lucen oro de verdad, brillante y opaco a la vez dan muestras de polvo acumulado por mucho tiempo. El piso de mármol, gris con llamativas betas blancas, es bello, sólido y resistente. Espera pacientemente el transcurso de los acontecimientos.

Y, al llegar el medio día, el silencio se rompe. Las campanas suenan gustosas con ese eco que propaga el viento llevando las notas sonoras del “Ave María”, puntualmente activadas por el reloj del pueblo y más que un sonido o una nota musical, son enigmáticos signos espirituales que invitan al relajamiento, la armonía y tranquilidad de los seres.

Y así, el tiempo avanza. Pacientes las casas, calles, arboles e iglesia aguardan la evolución de la vida, son testigos mudos de los acontecimientos que van día a día, minuto a minuto y año tras año registrando en su piel las huellas de la historia.


J.Trinidad Pedro Bernabé Juárez Alcázar.
Biblioteca “Sor Juana Inés de la Cruz”
Acajete, Pue.

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