Lo que el pensamiento me dicta.
Este es buen momento para hacer un breve espacio en mi existencia,
aprovecho el ambiente de tranquilidad, el día nublado, húmedo y la calma de mi
entorno para hacer una reflexión de mi pasado, presente y futuro.
El pasado es una página escrita en el libro de mi vida, no acepta
cambios, borrones ni enmendaduras, sin embargo me da la pauta para analizar
todas esas vivencias y experiencia adquirida a través de mis 51 años de
existencia.
Una niñez acompañada de un gran numero de actividades formativas
apoyadas por mis padres, me permitieron desarrollar habilidades en la música,
el deporte, el tejido. En esta etapa de la vida, absorbí, a la vez, todo el
conocimiento y enseñanzas que con palabras y acciones me fueron inculcando, sin
detenerme a cuestionar el porqué habría que hacerlo, dando un ejemplo claro de
confianza, respeto y actitud sumisa al camino marcado por mis seres queridos
sabiendo siempre que pensaban en mi bienestar.
La adolescencia, el despertar al mundo y ser testigo de injusticias
sociales me marcó la pauta para aportar un granito de arena en la lucha por un
mundo mejor y en beneficio de los que menos tienen. Eso sí, sin descuidar las
metas y objetivos personales.
En la vida seguí dos directrices perfectamente definidas, la primera
familiar., donde mi pensamiento y conciencia me dictaron el apego a los valores
y principios básicos de respeto, amor y solidaridad hacía mis semejantes
labrando así mi propia personalidad.
La segunda, laboral, en la que recordando siempre que todos podemos
aprender de nuestros semejantes mostré siempre honestidad, disposición y
rectitud.
Trabajé muy fuerte y obtuve grandes satisfacciones personales, con desvelos
y gran esfuerzo pude cumplir mis deseos lejanos de ayudar a mis padres,
proporcionarles algunos recursos y darles mejor calidad de vida, no sin olvidar
estar con ellos en los momentos mas difíciles.
El pasado quedó atrás, pero ha dejado en mi mente y acciones, el
concepto bien claro acerca de los valores del ser humano.
El presente, me queda bien claro, debo vivirlo plenamente sin odios, sin
rencores como si fuera el último
momento de mi existencia y sobre todo agradeciendo a dios en cada momento los
dones tan preciados de la vida, la salud y el trabajo.
Tengo siempre en mi mente y corazón las enseñanzas de mi padre, que a
pesar de haber partido vive cada día en mi mente para guiar mis pasos.
Pido al cielo que detenga el tiempo para disfrutar a ese tesoro de mujer
que me dio la vida y que día a día se preocupa por mi a pesar de el peso de sus
casi 93 años.
Intento disfrutar plenamente a mis hijos y esposa, tratando con empatía
a mis semejantes e intento de todo corazón reconciliarme con mis amigos. Se que
no he sido un hombre perfecto, he tenido también muchos desaciertos, sin
embargo en mi diario peregrinar lucho por superarme, corregir las malas
acciones e intento dignificar ese ejemplo de trabajo y honradez de mis
progenitores y estoy bien consiente
de que el tiempo avanza y ahora soy yo el que debe continuar
transmitiendo a mis hijos toda esa serie de valores que han forjado mi vida.
El futuro, aunque se perfectamente que es incierto, lo tengo planeado
con mis sueños diarios apoyados en el trabajo constante para conseguir mis
objetivos, teniendo presente siempre que debemos luchar hasta el ultimo momento
de nuestra existencia y que no debo decaer en ese animo que aunque en algunas
ocasiones pierdo una batalla, no he perdido la guerra y la vida no se termina
hasta que damos el ultimo suspiro, mientras eso no sucede debo aprovechar cada
instante para ayudar a mis semejantes, ver a dios en cada persona que me pida
ayuda, luchar por el bienestar de los míos y sobre todo pedir al cielo que
ayude a las personas que aun no han encontrado su misión en esta vida y mal
emplean el tiempo en odios rencores y guerras.
J. Trinidad Pedro Bernabé Juárez Alcázar
Biblioteca “Sor Juana Inés de la
Cruz”
Acajete, Pué.
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