jueves, 31 de mayo de 2012

Autobiografía 16: Ana Rosa


Es la tercera de 5 hermanos, hija del Sr. Federico Humberto Ortiz Aguilar y Lidia Alberta Hernández Romero, nació el 1 de enero de 1959 en su casa de Xicotepec de Juárez, Puebla. La partera que atendió a su mamá se llamaba Lupe. Cuando nació Ana su papá le puso: “mi año nuevo”, creció en un ambiente familiar cálido; su mamá muy trabajadora, dedicada al hogar tejía mucho para hacer más ligera su carga econonómica pero muy exigente con ella misma y sus 4 hijas e hijo el único varón. Su papá se dedicaba a mortear café que también tostaba y vendía por kilo. Era muy conocida su familia, por el exquisito café. Ana Rosa cursó el preescolar en el kínder Catarino Peniche que en ese tiempo se encontraba donde hoy es la supervisión de los maestros. Al salir del preescolar cursó la primaria en la escuela Emperador Cuauhtémoc, una anécdota muy platicada por su papá era la siguiente: cuando iba en el primer año Ana se quejó de dolor de muela. Su maestra Rosita Prior conmovida la regresa a casa para ser atendida pero no contaba la maestra que Don Beto al verla en casa se enfadó tanto que Anita salió corriendo de regreso a la escuela pues su papá sacó el cincho para darle unos cuantos. Él no disculpaba faltas. La correteó hasta llegar a la escuela, cuando llegó estaba muy sentadita tomando la clase olvidándose del dolor. Una de sus amiguitas sólo dijo: ¡ay, su papá de Rosita es muy enojón! También le gustaba jugar mucho a las muñecas y les confeccionaba vestidos. Con sus hermanas jugaban a la comidita en la calle, al bote, a las escondidas e infinidad de juegos. Enfrente de su casa había un terreno donde descargaban arena; ahí con todos los vecinos se reunían haciendo pasteles de arena y túneles. Una infancia rica en juegos. Cuando Ana tenía como 8 años, lloraba mucho. Le temía a la muerte, pensaba que si cambiaba de lugar ya no moriría y para tranquilizarla sus papás la mandaron unos días a Tuxpan Veracruz con unos tíos para que se calmara. Poco a poco con el tiempo, se le pasó. ¿Quién diría que la vida la pondría en el camino cerca de la muerte?, primero su cuñado al que quería como un hermano, a los dos meses su hermana, a los años su mamá, al año después su papá unos años después a sus suegro, hace 2 años a su hermana mayor y hace un año a su mejor amiga y consejera la que siempre la apoyaba en sus tristezas y alegrías y en sus escritos pues como decía: escribir es soñar, dejar volar la imaginación; plasmar vivencias de la vida de la gente y también experiencias de su vida misma que la han hecho crecer como ser humano al expresar en un papel los sentimientos sobre todo es su manera muy particular de romper el silencio. Ana hoy ya no es una niña es una abuela se conserva muy bien, carácter fuerte, sencilla, elegante toda una mujer. Como les decía: disfruta de sus nietos que son la prolongación de su familia escribe lo que nace de su corazón y aprendido a vivir su hoy, lo mejor posible su miedo a la muerte existe en ella por eso disfruta cada día pues cree en la reencarnación  y si quiere una vida mejor, después hay que vivir esta con Gracia en Dios que nos dio el mejor regalo: la vida y al haber vida hay muerte. Ana tiene 3 hijos varones, 4 nietos y uno próximamente, está casada hace 36 años con un matrimonio con muchos tropiezos pero aprendido a ser fuerte ya que su mejor amigo y consejero es Dios mismo.
Ana Rosa Ortiz Hernández.
Biblioteca: Israel Gómez, Xicotepec, Puebla.

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