martes, 8 de mayo de 2012

narración 4: EL CANTO DEL VIENTO



Negro como la noche, precioso corcel sin rienda feliz disfrutando de la vida y lo bello del campo. Todo lo contrario del zángano Ernesto que no le gusta hacer nada, su mamá lo tiene que despertar todas las mañanas para ir a la escuela que se encuentra como a media hora de camino. El condenado chamaco le piensa para levantarse, Isabel le tiene preparada una cubeta con agua tibia para que se dé un chapuzón y se despeje la modorra. Como la mayoría de las madres ya le tiene preparado un delicioso desayuno con unas tortillas calientitas hechas en comal de barro y lumbre de leña y un vaso de leche de sus vacas recién ordeñadas. Cierto día era tanta su flojera que se tiró en el pasto bajo la sombra de un árbol quedándose profundamente dormido sin sentir el tiempo. De pronto despierta sobresaltado al sentir cosquillas en su rostro, el hermoso caballo jugueteando con su cola, hace travesuras. Temeroso se incorpora subiéndose rápidamente al árbol y desde ahí observa al caballo correr y ve como el viento juega con su crin y su cola. El animal se ve feliz disfrutando la naturaleza y la libertad. Pasa la tarde y Ernesto llega a casa, ya preocupada su madre lo regaña, ¿qué horas eran de llegar de la escuela? Y lo que nunca hacía: acepta gustoso el reclamo para contar más tarde a sus padres su hallazgo. Pasado un rato llega Iván, su padre, después de un día de trabajo en su pequeña parcela y un calor agotador dejando su burra en el achicadero que tiene al costado de su jacal; Isabel con sus trenzas bien  tejidas con listones de colores muy cariñosa y una sonrisa recibe a su amado con una cena calientita teniendo de sobremesa lo acontecido del día incluyendo el hallazgo del pequeño. Pide permiso para traerlo a casa. La pareja que ha escuchado atenta al pedimento responde: —Así nos parece bien y te daríamos gusto, mas hay un inconveniente: eres flojo para levantarte, ¿no te gustaría ir a la escuela? Tenemos que obligarte hacer las tareas en casa y como verás sé honesto contigo mismo y piensa si mereces un premio a tu holgazanería—, Ernesto que ha escuchado sin replicar responde: —Tienen razón mis adorados padres, pero les prometo cambiar mis malos hábitos y dar lo mejor de mí en casa y la escuela. A cambio de poder disfrutar el caballo y montarlo para ir a la escuela sintiendo el trote como el viento acaricia mi rostro y de música el canto del viento, es una promesa—. Después de haber escuchado el matrimonio al pequeño aceptan que lo traiga a casa, amansándolo con cariño. El caballo también dará a cambio su libertad. —Y nos da gusto tus buenos propósitos ya que todo en la vida tiene un precio pues para obtener algo hay que luchar, nada es gratis. Sólo así valoramos lo que tenemos, incluyendo la naturaleza. Te queremos mucho hijo—, dándole ambos un beso en cada mejilla al pequeño que los abraza con mucho amor, sonríe feliz.

EL TITULO: LIBRO DE LOS CERDOS
AUTOR: ANTHONY BROWNE,
Co-autora Ana Rosa Ortiz
BIBLIOTECA

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