En un pequeño pueblo de Hidalgo
viven dos amigas inseparables, tremendas, juguetonas y relajientas, compañeras
desde la infancia.
La vida las llevó por caminos diferentes conservando a
pesar de la distancia una estrecha relación, al pasar el tiempo cada una hizo
su vida.
Clotilde vive cerca del centro de la ciudad, Herminia
por el contrario se fue a vivir por un tiempo a Sonora. Ellas mismas de cariño
se dicen Coty y Mina.
Coty es una solterona frustrada, que no tuvo
oportunidad de hacer su vida por espantada y por esperar al príncipe azul,
después de tantos pretendientes que tuvo. Clotilde es rubia, de caderas anchas
y piernas bien torneadas, de estatura baja y voz gritona y chillona similar a
la voz de Mina. Además Coty es muy devota a San Antonio de Padua, tiene dinero
y es muy cuidadosa con sus bienes.
Herminia es trigueña, pechugona, pizpireta por
naturaleza y muy coqueta, pero a la hora en que se le acerca algún galán le da
la vuelta, por eso es que hasta la fecha se conserva solterona.
Un día Herminia aburrida de la monotonía de Sonora,
regresa a San Juan de las Tunas, una vez que se instaló se reencuentra con
Clotilde, quien la pone al tanto de todos los acontecimientos del pueblo en sus
caminatas mañaneras. Herminia en la primera visita que hizo a su amiga del
alma, se da cuenta de la carnicería que pusieron en la esquina, quedando
prendida del dueño, un morenito de ojos negros y pelo rizado, y cuado le
platica a Coty, ella le dice que a ella le gusta su hermano, un güero de ojos
verdes.
Emocionadas todas las veces que salían a pasear en su coche
daban la vuelta en la carnicería de la esquina para torearlos, hasta que un día
traviesas entran con el pretexto de comprar carne, así es que el carnicero güero
le dice a Herminia cómo les había ído de paseo y que haber cuándo salía con él.
Y a Clotilde se da cuenta que a ella le echa miraditas el carnicero morenito.
Ambas reclamándose pensaban que estaban traicionando
su amistad de años. Así que las inseparables cotorras se dieron cuenta que sus
amores platónicos las habían cambiado, quedando desilusionadas de cada
uno. Optaron entonces por volver a poner a San Antonio de
cabeza y pedirle un milagrito para las dos, que el cielo al fin escuchó sus
peticiones, claro un poco tarde. A Clotilde San Antonio le mandó un carbón bien
panzoncito y a Herminia un Chaparro y delgado todo seco, pero por no quedarse
solteronas, agarraron lo que les llegó y lo único que dijeron entre sí, las
inseparables amigas fue: ¡comadrita, qué bajo hemos caído!
Autor:
Ana Rosa Ortiz
COMO DISFRUTE ESTE RELATO JA JA QUE AMIGAS SALUDOS AURORA
ResponderEliminarque bueno que se dieron cuenta que nunca es tarde para empezar y mas que valoren la amistad que vale mucho
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