martes, 8 de mayo de 2012

Narración 6: El paisajito


19/06/08


En los altos del rancho el Pochote con una vista hermosa  llena de arboles y campo fresco  viendo como cae el agua de la cascada hacia el rio vive Silverio al lado de sus Padres.
La mañana del domingo con el cantó del galló, Cornelio despierta a su esposa Crisanta y le dice vieja, vieja levántate que tenemos que ir al pueblo por nuestra comisaria, te voy a rajar un poco de leña para que prepares café.
Silverio su hijo despierta con el ruido, todo lagañoso y bostezando en eso llega su padre que lo levanta y lo lleva directo al lavadero donde lo baña a jicarazo estando el agua helada que el niño rechina hasta los dientes, Cornelio le dice muchacho de porra mira que greñudo estas, te voy a llevar al pueblo para que te peluquien, el no quiere pues le teme  a la tijera.
Pasado el rato ya listos emprenden el camino al pueblo mas cercano  y como es temporada de calor cruzan el río a pie hasta orilla de carretera, minutos mas tarde pasa el camión, ya en el va descubriendo su entorno, potreros con sus vacas, caballos y su gente, niños jugando en la poza mientras sus madres lavan  a orilla de rio, las casas hechas de tarro disfrutando al máximo que no sintió como llegó.
Ya ahí sus padres lo toman de la mano recorriendo las calles empedradas hasta llegar al mercado donde hay manteados de colores, le llaman la atención viendo en ellos los puestos de verduras, juguetes, ropa, algunas marchantas con su vestimenta bordada a mano.




El merolico gritando a voz, pomadas para los callos y uno que otro dolor, el pajarero como el globero sin faltar  el paletero, así cada quien en lo suyo. Por fin después  de caminar un buen rato llegan con don Liborio el peluquero que en compañía de otros compañeros han escogido la mejor vista rodeada de arboles para poner su manteado, cada uno de ellos lleva su silla espejo y utensilios para un buena peluqueada, ya instalados empiezan  a llegar los clientes  de una que otra ranchería cercana solicitando el servicio, unos nada mas la rasurada otros casquete claro, algunos rapados los niños casi siempre a rape púes los piojos los atraen, en fin lo que el cliente pida, llega el turno de Silverio que al ver que don Liborio afila su navaja pela tamaños ojotes emprendiendo la carrera; su padre lo pesca de la oreja y lo sienta Don Liborio le plática contándole cuentos para que pierda el miedo, así que entre lagrimas, pelos y mocos de vela terminan. Cornelio paga su peso por la peluqueada dando las gracias y se retira en compañía de su hijo, alcanzan a Crisanta y compran lo necesario emprendiendo el retorno a casa.
Silverio jalonea a su padre diciéndole tata, nana que rechulo es peluquiarse de paisajito eh.

Autor. Ana Rosa Ortiz.

2 comentarios:

  1. J.Trinidad Juàrez Alcàzar9 de mayo de 2012, 11:01

    Felicidaddes, me llevaste por toda una descripciòn de un lugar especial donde se vas comentando cada detalle que muchas veces pasamos por desapercibido.
    Pocas veces revisamos el entorno y lo disfrutamos,de verdad que es una leccion para analizar y profundizar.

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  2. CUANDO LO LEEI RECORDE LOS TIEMPOS DE NIÑA CUANDO SALIA CON MI MAMA AL MERCADO SALUDOS CLAUDIA

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