jueves, 10 de mayo de 2012

Escribe tu final 14: LA MÚSICA DE LA MUERTE…



Autor: Oscar Domínguez

Era una noche fría de febrero, en pleno invierno europeo, las calles llenas de nieve y con un aire helado. Ya era tarde, y todo mundo estaba dormido, excepto Wolfgang Amadeus Mozart, quien escribía apresuradamente los últimos compases de su famosa ópera “La Flauta Mágica”, pues le urgía entregarla para recibir dinero para pagar varias rentas atrasadas de su casa, pues ya estaba amenazado de que lo echarían si no cumplía pronto. Repentinamente, alguien tocó fuertemente a su puerta, y Mozart, alarmado por el susto que le ocasionó el ruido, y a la vez temeroso de que pudiera ser el casero que venía a cobrarle la renta, se negó a abrir la puerta.
Pero la insistencia de los toquidos hizo que Mozart, todo nervioso, se acercara hacia la puerta y con la mirada apenada, finalmente decidiera abrirla. De repente, como por arte de magia su mirada cambió repentinamente, por que en realidad no era el de la renta, más bien, pareciera haber visto un ángel caído del cielo o quizás una estrella hermosa que bajaba del universo a saludarlo. Era ¡Aloysia! La hermana de su esposa, de quien siempre estuvo enamorado; una mujer que hace mucho tiempo había dejado de ver. En ese momento, se quedó sin habla, por que no podía imaginar cual era el motivo de su visita, de inmediato, le ofreció a que pasara, pero ella no quiso, por que tenía que irse pronto y que sólo quería saludarlo y saber si estaba bien, pues conociendo las constantes enfermedades que padecía siempre, se había preocupado por él. Mozart, al verla se imaginó estar en el cielo, con un ángel moviendo sus hermosos labios y, sin ponerle mucha atención, por unos momentos se vio junto a ella vestida de novia. Pero su pronta despedida, hizo despertar a Mozart de ese sueño maravilloso que algún día imaginó. Fue entonces que Aloysia, al verlo bien de salud, pues en todo momento mostraba hacia ella mucha felicidad, se despidió de él, y le dijo que le saludara a su hermana, que otro día los visitaría.
Mozart, avisó a su esposa sobre la visita de su hermana y continuó con los compases de “La Flauta Mágica”, al poco rato nuevamente tocaron la puerta, apresuradamente, se acercó hacia la puerta para ver si era Aloysa, pero en esta ocasión se trataba de un hombre desconocido que traía un mensaje del conde Franz von Walsegg, pidiéndole urgentemente a Mozart, la composición de “Réquiem”, que en cuanto la terminará le pagaría muy bien. Mozart aceptó y dijo que la terminaría lo antes posible.
El desconocido se fue. Al poco tiempo nuevos toquidos llegaron a su puerta, era el mismo desconocido, quien en nombre del conde le pedía lo antes posible terminar la obra “Réquiem”. Esta vez Mozart le dijo que no se preocupara, que en cuanto estuviera lista, él mismo se la entregaría. El desconocido se fue y ya no regresó… Fue entonces que tranquilamente y esperando que nadie interrumpiera su trabajo, continuó apresurado para terminar el encargo del conde. Pero al mismo tiempo que escribía, sentía mucha debilidad en su cuerpo, dolor y cansancio, tal vez por que últimamente había trabajado en muchas obras, algunas de ellas, mal pagadas. Además, de los constantes achaques que tiempo atrás le había ocasionado, como la fiebre reumática, de esa época. Pero eso no impedía que con tanta emoción y dedicación, escribiera cada una de las notas tan hermosas que componía en sus Obras. Y por si fuera poco, su corazón al ver a su amor Aloysa, despertó de repente en él, muchos sentimientos que difícilmente pudo olvidar; por que únicamente de ella se había enamorado, y que después de su rechazo, por despecho se casara con su hermana Constanze.
El malestar físico que sentía, junto con aquellos sentimientos de un amor, imposible de realizar, hacían cada vez más difícil que terminará la obra de Réquiem, por lo que al no aguantar más, se recostó en la cama y con la voz débil y fatigada, mandó a traer a uno de sus discípulos, que de inmediato llegó y con lagrimas en los ojos al ver lo mal que se encontraba su maestro ¡lo abrazó fuertemente! Mozart, al sentir el calor y admiración de su discípulo, con su mirada tierna y tomando su mano, le encargó que terminara la obra de “Réquiem” pues en su corazón llevaría este último favor, de alguien que compartió momentos hermosos de su vida en la Música y finalmente le dijo que buscara a Aloysa, y le dijera que en todas sus composiciones, ella había sido su única inspiración y fuerza, por que la amaba! Y finalmente, después de estas palabras, murió Mozart….
Fue entonces que el discípulo cumplió con la encomienda y en cuanto  terminó de escribirla, juntó a varios más de sus discípulos, para tocarle en la tumba la última Obra escrita por su gran Maestro y compositor de aquel tiempo. “Wolfgang Amadeus Mozart”

Jacqueline Xique Tepale,
Biblioteca Pública Regional Maestro Vicente T. Mendoza
San Pedro Cholula, Puebla

3 comentarios:

  1. Hola Jacque te quedo bonito e interesante tu cuento Felicidades!!! atte. Nohe

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    1. Muchas Gracias, Amiga!!! Me da mucha Felicidad saber que te haya gustado, me motiva mucho como persona, pues estoy en busca de mi verdadera vocación. Muchas, muchas gracias!!! Atte. Jacqueline.

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  2. hola wow que hermosa historia es una hermosa histora sobre la flautista magica y omo una persona que al principio sufre sale adelante con todo lo que se propone :)

    att
    hidrikson

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