Un día caluroso de verano la Cigarra despreocupada
descansaba y se abanicaba sobre los pétalos de una flor.
Las
condiciones del día eran perfectas como para tomarse un buen descanso, pero eso
no estaba dentro de los planes de un grupo de hormigas que a pesar de los
penetrantes rayos del sol no paraban de trabajar arduamente.
La
cigarra las veía pasar de bajo del pétalo sobre el cual muy cómodamente estaba
descansando a la sombra de un árbol que se encontraba junto, y se preguntaba porque
a pesar de las condiciones del día seguían esforzándose y recolectando comida
que para su gusto era demasiada para tan pequeños animalitos, pero no le importó
y despreocupado el siguió con su rutina.
Pero
la despreocupada cigarra había olvidado que faltaban muy pocos días para que el
invierno llegara al bosque donde vivía y el buen clima y el alimento iban a
escasear.
Los
días calurosos continuaron durante todo el verano y otoño. La cigarra no tuvo
la idea de preguntarles a las hormigas que pasaban de bajo de él porque tanta
prisa, esto probablemente lo pudo haber salvado de sufrir las consecuencias que
su relajación y despreocupación le iban a traer en un futuro no muy lejano.
Pocas
días antes de que llegara el invierno y ya cumplido su itinerario las hormigas
se tomaron unos días para descansar y revisar con tranquilidad si no les había
faltado alguna cosa o se les había pasado algún detalle, la comida ya era la
suficiente, la leña estaba cortada y empacada, sus hogares protegidos contra
los fuertes vientos, todo estaba como fue milimétricamente planeado con meses
de anticipación.
En
eso una familia de hormigas que caminaban por un sendero se topó con la cigarra
que a sus anchas descansaba sobre el mismo pétalo que lo habían visto durante
el verano y le preguntaron que si a caso ya tenía todo preparado para soportar
el intenso invierno que se aproximaba. Al escuchar la cigarra la palabra
invierno se asombró pero no le puso mucho interés y volteó hacia las hormigas y
les dijo: no se preocupen pequeñas amigas a partir de mañana recolectaré mis
víveres y pasaré el invierno sin problema alguno; las hormigas incrédulas se
voltearon a ver entre ellas y susurraron entre ellas: si sólo faltan dos días
para el invierno, pero vieron demasiado segura de sí misma a la cigarra y la
dejaron que siguiera descansando para no molestarla más.
Los
dos días pasaron volando y el congelante invierno llegó al bosque, la cigarra
todavía andaba buscando alimento para sobrevivir pero este pareciera que había
desaparecido ya que los demás animales sí se habían organizado a tiempo y
recolectaron todo el que más pudieron y así casi acabaron con él.
La
pobre cigarra no tuvo otra más que comer lo poco que encontraba y esconderse
debajo de los pastos y plantas que con el invierno estaban secos por completo,
hasta que un día ya no encontró alimento alguno y su cuerpo sin fuerzas ya no
podía caminar más.
Las
hormigas salieron de sus hogares para recolectar un poco del agua que se
derretía de las ramas secas cubiertas por hielo de los arboles y pasmadas
quedaron cuando vieron a la cigarra tirada en el piso con su cuerpo sin fuerza
alguna cubierta por una pequeña capa de hielo, rápidamente corrieron hacia ella
y se percataron que su corazón aún latía, ella todavía se encontraba con vida.
Entre las hormigas cargaron a la cigarra y la llevaron rápidamente a su
hormiguero para darle asilo y unos buenos trapos para calentarse.
Prendieron
la chimenea, acomodaron un sillón frente a ella, prepararon comida y te
caliente, cuando la cigarra despertó no daba crédito a lo que había pasado,
¡Amigas me han salvado!, la cigarra estaba llorando de alegría ya que gracias a
sus amigas hormigas el seguía vivo.
De
palabra y de corazón les agradeció a todas y cada una de las hormigas y juró
que nunca más se confiaría tanto y se volvería igual de responsable y
trabajadora que ellas, como agradecimiento el resto del invierno tocó bellas
melodías con sus patitas para ellas ya que él pensaba que su canto nunca más se
iba a escuchar.
Cuento La Cigarra Y
La Hormiga
Grupo Editorial
García
Edgar Loranca Xique
24 Años
Biblioteca Sor
Juana Ines De La Cruz
Acajete, Puebla.
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