Sr. Andrés Alarcón Sánchez.
Apreciable señor:
En días anteriores yo le entregué todo mi
amor, al recibir palabras muy hermosas hacia mi persona.
Usted alabó mi rostro moreno, mis
ojos al color del café de Veracruz, el cabello largo y sedoso que cubre mi
espalda y mis manos tan pequeñas como las de la virgen. Dichas palabras que me
dijo todos los días, motivo por el cual mi corazón se sintió muy feliz y mi
mente nunca dejó de pensar en usted, su sonrisa, su voz y sus manos tan
fuertes, hecho que me llevó a enamorarme profundamente de usted.
Entonces, quiero preguntarle ¿Por qué si
sabía que iba a hacerme daño y dejarme sola me enamoró tanto? Cuándo me mentía
que me amaba, ¿qué pensaba usted? ¿acaso su corazón y su alma estaban
tranquilas al saber que me mentía?
Y si me regalaba flores, ¿sólo me
las regalaba porque así se enamora a una chica en las
novelas? Y por qué me hizo creer que nuestro noviazgo era como un cuento de
princesas. En esos cuentos son felices para siempre, pero en el mío me quedo
sola: la que sufre y llora en la recámara, en las calles y hasta en la oficina,
mientras usted trata de conquistar y enamorar a otras chicas tan ingenuas como
yo.
Me despido de usted deseándole
que nunca se enamore como yo de una persona la cual no vale la pena, y ojalá
jamás sufra y padezca tristeza como yo la estoy sufriendo por usted.
María del Pilar
Ciudad Serdán
EL AMOR ES EL MEJOR EJE DE NUESTRAS VIDAS SALUDOS DE ANA ROSA ORTIZ
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