martes, 8 de mayo de 2012

Escribe tu final 13: Un horrible bloqueo


UN HORRIBLE BLOQUEO
Alberto Moravia
¿Ha sucedido o no ha sucedido? En mi cabeza se ha formado un vacío ambiguo, que podría deberse igualmente al trauma de lo que ha ocurrido o al cambio que significa lo que está por ocurrir; y no acierto a llenar ese vacío. Sin embargo, la cosa en cuestión me concierne directa e inmediatamente: si no sucedió hace quince minutos, debe suceder dentro de quince minutos. Pero las dos posibilidades tienen en común un mismo sentimiento de impaciencia casi frenética, que me impide esperar que los hechos me proporcionen la explicación definitiva que necesito. No puedo esperar ni siquiera un minuto no sólo porque debo prepararme para enfrentar dos situaciones muy distintas, o sea, aquella de lo ya ocurrido y aquella de lo no ocurrido todavía, sino también y sobre todo porque debo indispensablemente superar lo antes posible esta especie de bloqueo que me impide hacer algo para mí fundamental: tomar conciencia. En efecto, precisamente de eso se trata, y no hay quien no vea la enorme diferencia que hay entre tomar conciencia antes de la acción y tomar conciencia después de la acción. Pero, ¿cómo se hace para tomar conciencia cuando la acción está, por así decirlo, en la punta de la lengua y no se decide a adoptar el aspecto sea de lo ya visto, ya hecho, ya padecido, sea el de lo todavía no visto, todavía no hecho, todavía no padecido?
Haciendo un esfuerzo por recordar escucho en mi cabeza una canción que me parece familiar que no puedo reconocer del todo, su tonada resuena en mi interior y no puedo deshacerme de ella. Al mismo tiempo que la imagen y el olor de las camelias se me revela cada vez que parpadeo. Qué aterradora y desconcertante sensación esa de no tener acceso a cierta parte de  la memoria, esa de sentirse ajeno, fuera del mundo. Siento como si apenas estuviera saliendo del mundo de los sueños o ¿entrando?, no lo sé. ¿Como es que recuerdo ciertas cosas y el pasado reciente no? ¿Será que estoy dormida? Tal vez estoy soñando aún y en ese lapso en el que uno sueña todo es extraño, uno a veces no sabe a ciencia cierta quién es, dónde está, con quién está, qué es lo que uno hace… lo va uno descubriendo a medida que el sueño avanza y muchas veces despierta uno abruptamente y no se sabe nada, queda uno así,  sin entender lo soñado, pero eso sí, con alguna  sensación, ya sea de euforia, de tristeza, de enojo, de miedo… Creo que tengo que empezar por ahí para recordar un poco,  por sentir ¿cuál es la sensación que tengo en este momento? Definitivamente de nostalgia, escucho esa canción en mi interior y se me aprieta el corazón, siento una especie de escalofrío que eriza mi cuerpo y provoca  una infinita tristeza. Es increíble cuantas cosas pueden pasar por la cabeza en unos cuantos segundos, es verdad que el tiempo es caprichoso y nunca es lineal,  un verdadero laberinto es el tiempo. Miro fijamente el techo de la habitación mientras deambulo en estas dilucidaciones, sé que mirar alrededor, ponerme de pie, me dará la pista de la realidad y los recuerdos vendrán como abejas a volar sobre mi cabeza y eso me aterra, no sé si prefiero no saber que es lo que pasa, dicen que el olvido hace que podamos sobrevivir y no volvernos locos, estoy completamente de acuerdo. Otra vez el olor de las camelias… sé que no puedo quedarme aquí y así para siempre, tengo que hacer el intento de salir de esta amnésica inmovilidad… incorporarme y ver, saber, oler, sentir… es decir, recordar, percibir la realidad.
Me siento sobre la cama, bajo mis pies descalzos al suelo y al ponerlos el piso es completamente acuoso, los retiro rápidamente mientras me siento como metida en un cuadro de Dalí, donde hay un tapete de agua, y pienso, estaré aun dormida, será que sigo soñando, que sensación más surrealista, todo está oscuro, vuelvo a bajar los pies y el agua sigue ahí, me paro, camino en el piso acuoso y prendo la luz, la habitación está inundada, es real, alguien dejó una llave abierta, miro alrededor es la casa de los abuelos…mis ojos se llenan de lagrimas, lo recuerdo todo, mi abuelo ha muerto…estoy en su funeral. No cabe duda que el olvido es un mecanismo de defensa, un aliciente para la terrible realidad…

Laura Montiel Ugarte
Biblioteca Publica Municipal “Hilario Galicia Rodríguez”
Cd. Serdán, Pue.

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