UN HORRIBLE BLOQUEO
Alberto Moravia
¿Ha sucedido o
no ha sucedido? En mi cabeza se ha formado un vacío ambiguo, que podría deberse
igualmente al trauma de lo que ha ocurrido o al cambio que significa lo que
está por ocurrir; y no acierto a llenar ese vacío. Sin embargo, la cosa en
cuestión me concierne directa e inmediatamente: si no sucedió hace quince
minutos, debe suceder dentro de quince minutos. Pero las dos posibilidades
tienen en común un mismo sentimiento de impaciencia casi frenética, que me
impide esperar que los hechos me proporcionen la explicación definitiva que
necesito. No puedo esperar ni siquiera un minuto no sólo porque debo prepararme
para enfrentar dos situaciones muy distintas, o sea, aquella de lo ya ocurrido
y aquella de lo no ocurrido todavía, sino también y sobre todo porque debo
indispensablemente superar lo antes posible esta especie de bloqueo que me
impide hacer algo para mí fundamental: tomar conciencia. En efecto,
precisamente de eso se trata, y no hay quien no vea la enorme diferencia que
hay entre tomar conciencia antes de la acción y tomar conciencia después de la
acción. Pero, ¿cómo se hace para tomar conciencia cuando la acción está, por
así decirlo, en la punta de la lengua y no se decide a adoptar el aspecto sea
de lo ya visto, ya hecho, ya padecido, sea el de lo todavía no visto, todavía
no hecho, todavía no padecido?
Haciendo un
esfuerzo por recordar escucho en mi cabeza una canción que me parece familiar
que no puedo reconocer del todo, su tonada resuena en mi interior y no puedo
deshacerme de ella. Al mismo tiempo que la imagen y el olor de las camelias se
me revela cada vez que parpadeo. Qué aterradora y desconcertante sensación esa
de no tener acceso a cierta parte de
la memoria, esa de sentirse ajeno, fuera del mundo. Siento como si
apenas estuviera saliendo del mundo de los sueños o ¿entrando?, no lo sé. ¿Como
es que recuerdo ciertas cosas y el pasado reciente no? ¿Será que estoy dormida?
Tal vez estoy soñando aún y en ese lapso en el que uno sueña todo es extraño,
uno a veces no sabe a ciencia cierta quién es, dónde está, con quién está, qué
es lo que uno hace… lo va uno descubriendo a medida que el sueño avanza y
muchas veces despierta uno abruptamente y no se sabe nada, queda uno así, sin entender lo soñado, pero eso sí,
con alguna sensación, ya sea de
euforia, de tristeza, de enojo, de miedo… Creo que tengo que empezar por ahí
para recordar un poco, por sentir
¿cuál es la sensación que tengo en este momento? Definitivamente de nostalgia,
escucho esa canción en mi interior y se me aprieta el corazón, siento una
especie de escalofrío que eriza mi cuerpo y provoca una infinita tristeza. Es increíble cuantas cosas pueden
pasar por la cabeza en unos cuantos segundos, es verdad que el tiempo es
caprichoso y nunca es lineal, un
verdadero laberinto es el tiempo. Miro fijamente el techo de la habitación
mientras deambulo en estas dilucidaciones, sé que mirar alrededor, ponerme de
pie, me dará la pista de la realidad y los recuerdos vendrán como abejas a volar
sobre mi cabeza y eso me aterra, no sé si prefiero no saber que es lo que pasa,
dicen que el olvido hace que podamos sobrevivir y no volvernos locos, estoy
completamente de acuerdo. Otra vez el olor de las camelias… sé que no puedo
quedarme aquí y así para siempre, tengo que hacer el intento de salir de esta
amnésica inmovilidad… incorporarme y ver, saber, oler, sentir… es decir,
recordar, percibir la realidad.
Me siento sobre
la cama, bajo mis pies descalzos al suelo y al ponerlos el piso es completamente
acuoso, los retiro rápidamente mientras me siento como metida en un cuadro de
Dalí, donde hay un tapete de agua, y pienso, estaré aun dormida, será que sigo
soñando, que sensación más surrealista, todo está oscuro, vuelvo a bajar los
pies y el agua sigue ahí, me paro, camino en el piso acuoso y prendo la luz, la
habitación está inundada, es real, alguien dejó una llave abierta, miro
alrededor es la casa de los abuelos…mis ojos se llenan de lagrimas, lo recuerdo
todo, mi abuelo ha muerto…estoy en su funeral. No cabe duda que el olvido es un
mecanismo de defensa, un aliciente para la terrible realidad…
Laura Montiel Ugarte
Biblioteca Publica Municipal “Hilario
Galicia Rodríguez”
Cd. Serdán, Pue.
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